BBC: Posibles escenarios en Venezuela y por qué la decisión del TSJ de convalidar la victoria de Maduro no resuelve la crisis

BBC: Posibles escenarios en Venezuela y por qué la decisión del TSJ de convalidar la victoria de Maduro no resuelve la crisis

La gente grita consignas durante la manifestación “Protesta por la verdad” convocada por la oposición venezolana para exigir que el gobierno venezolano reconozca la victoria de Edmundo González Urrutia en las elecciones presidenciales, en Miami, Florida, el 17 de agosto de 2024. (Foto de CHANDAN KHANNA / AFP)

 

Una vez más, las opciones para resolver la crisis venezolana parecen agotarse. Por un lado, el poder de Nicolás Maduro luce inamovible: la coalición de fuerzas institucionales que lo mantienen en el poder, entre ellos las Fuerzas Armadas, sigue cohesionada.

Por Daniel Pardo / BBC Mundo





Por el otro, la oposición se aferra a no perder la esperanza de un cambio y a presionar por todas las vías: en las calles, en los medios, en el mundo.

Luego está una comunidad internacional que intenta mediar entre las fuerzas, pero cuyas propuestas han sido rechazadas por ambas partes.

Mientras tanto, la vasta mayoría de los venezolanos ven que, como pasó en años anteriores, la crisis humanitaria se puede profundizar si no hay soluciones políticas.

El dictamen este jueves del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), próximo al oficialismo, convalidando la victoria de Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio y siguiendo al Consejo Nacional Electoral (CNE) confirma la prolongación del statu quo, escenario deseado por Maduro y su cúpula.

Sin embargo, la oposición liderada por María Corina Machado va a mantener la presión para que se cumpla lo que consideran el mandato popular de aquel 28 de julio, cuando el 70% de los venezolanos, según las actas publicadas, manifestaron su deseo de cambio.

¿Qué viene ahora? Los escenarios que se plantean tienen muchas formas, están llenos de matices y pueden superponerse entre ellos. Es probable, incluso, que como ocurrió con la economía la transición política se dé de manera gradual, lenta e improvisada.

Por mucho que todo esto suene familiar, la política venezolana siempre sorprende: hay similitudes con experiencias anteriores, sí, pero también elementos nuevos: la respuesta del gobierno es cada vez más dura y radical; la oposición está fuerte y unida como nunca; el chavismo perdió apoyo popular y la consecuencia migratoria convierte la crisis en una de orden internacional.

Aunque la sentencia del TSJ, acusado de parcial, busca resolver el asunto, la crisis está intacta. Y los servicios, la pobreza, la salud, la educación y la violencia empeoran.

Veamos, entonces, tres escenarios generales de hacia dónde puede ir la situación.

1. Se mantienen las cosas como están

El gobierno de Maduro parece interesado en prolongar el estado de cosas: que la oposición se refugie ante la presión política, judicial y policial, que la comunidad internacional pierda el interés y que la gente tenga que resignarse a resolver su día a día.

Para eso, el oficialismo necesita ganar tiempo.

“El tiempo hoy no es un vector en el cual pasan las cosas, sino un arma política en una contienda”, dice Jesús “Chúo” Torrealba, un activista y exdirectivo de la oposición.

En crisis anteriores, el chavismo logró ganar tiempo hasta que la crisis menguó.

Pero, según Torrealba, esta vez la tiene más difícil: “El gobierno ya no es este ente todopoderoso que pone los términos; ahora está a la defensiva, actuando sin mucha sofisticación, y la oposición está a la ofensiva”.

Una oposición empoderada no va a resignarse a que las cosas sigan igual.

Ahí surge la posibilidad de que las cosas se deterioren.

“El gobierno le está apostando a una especie de escenario intermedio entre el statu quo y la profundización”, dice Mariano de Alba, un abogado próximo a la oposición y experto en diplomacia.

“Está dispuesto a profundizar el autoritarismo si tiene que hacerlo para tratar de mantenerse en el poder, pero preferiría un statu quo para evitar las reacciones y decisiones que en la práctica anulan las perspectivas de una recuperación económica, lo que seguiría aumentando el descontento masivo”.

Se suele decir que los venezolanos ya no tienen nada que perder: que sus familias apartadas y sus salarios paupérrimos son como tocar fondo.

Pero hay otra cosa que se suele decir: siempre se puede estar peor.

2. La profundización

En efecto, el gobierno puede optar por una crisis más aguda.

Eso significa aceptar que les apliquen más sanciones económicas que les impidan la venta de petróleo o los obligue a venderlo más barato, afectando su flujo de caja. Que sus familias en el extranjero sean perseguidas por autoridades internacionales. Que ya no solo los líderes sino también militares medios y funcionarios públicos vean sus propiedades y visas congelados.

También se podría traducir en más represión ya no solo en contra de la oposición y sus activistas, que terminarían asilados y anulados, sino de la población en general, que se vería incapaz de manifestar sus opiniones en público, acceder a redes sociales u organizarse en comunidad para resolver problemas cotidianos como, por ejemplo, la recolección de basuras y la distribución del agua.

Eso, necesariamente, significaría un aislamiento casi total de Venezuela en el mundo, con la incapacidad de tener vías de comunicación con gobiernos vecinos para atender la crisis migratoria.

Colombia sería particularmente afectado por esto, no solo porque es el mayor receptor de migrantes, sino porque puso sus apuestas de paz con el Ejército de Liberación Nacional en la mediación de Maduro con la guerrilla.

Muchos ven en los casos cubano y nicaragüense ejemplos de lo que podría ser una profundización del autoritarismo en Venezuela, con una oposición anulada y elecciones sin competencia.

Venezuela, sin embargo, es un país más grande y conectado al mundo.

Las consecuencias de una profundización de sus crisis serían de una envergadura mucho más compleja de lo que ha visto la región en su historia reciente.

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