El día que cuatro bombas nucleares cayeron por error en el Mediterráneo

El día que cuatro bombas nucleares cayeron por error en el Mediterráneo

En 1966, la colisión de dos aviones sobre Palomares provocó la caída de cuatro bombas nucleares (United States Naval Undersea Museum)

 

 

 





La claridad matutina del 17 de enero de 1966 sobre el Mediterráneo se rompió con un estruendo ensordecedor a las 10:30 a.m. cuando dos gigantescos aviones, un B-52 Stratofortress y un KC-135 Stratotanker, colisionaron durante una maniobra de reabastecimiento en vuelo. La tranquila costa de Palomares, España, se convirtió en el escenario de una de las operaciones de rescate más tensas y peligrosas de la Guerra Fría.

Pilar Alvarez 

El B-52, cargado con cuatro bombas nucleares, se desintegró en el aire, esparciendo sus mortales cargas sobre la tierra y el mar. Tres de las bombas cayeron cerca del pequeño pueblo pesquero de Palomares, dos de ellas detonaron parcialmente, esparciendo plutonio radiactivo por los campos y las aldeas. La cuarta bomba, arrastrada por su paracaídas, desapareció en las profundidades del Mediterráneo.

La operación de búsqueda y recuperación se desplegó con urgencia, y entre los enviados a la misión estaba el decidido Carl Brashear, un buzo de la Marina de los Estados Unidos a bordo del USS Hoist. La misión de Brashear era crucial: recuperar la bomba perdida antes de que cualquier otra nación pudiera encontrarla, evitando así una catástrofe diplomática y militar.

Día tras día, los equipos de rescate peinaban el fondo marino. Utilizando sonares y vehículos submarinos, buscaban sin descanso la señal del artefacto perdido. Brashear, conocido por su valentía y habilidad, se sumergía repetidamente, desafiando la oscuridad y los peligros del mar profundo.

El 23 de marzo de 1966, mientras dirigía el traslado de una pesada caja de acero destinada a contener la bomba una vez localizada, el destino golpeó brutalmente. Una línea de amarre se rompió, lanzó una tubería de acero a través de la cubierta del barco. Brashear, mostró una vez más su coraje y empujó a un compañero fuera del peligro, solo para ser golpeado él mismo, resultando en una herida devastadora en su pierna izquierda.

La escena a bordo del USS Hoist se convirtió en una carrera contra el tiempo. Brashear fue trasladado rápidamente al USS Albany y luego evacuado por helicóptero. La gravedad de sus heridas era evidente; había perdido una cantidad crítica de sangre. En la pista de aterrizaje en España, mientras esperaban otro avión para evacuarlo, Brashear cayó en shock. Los médicos lucharon por su vida, administraron bolsas de sangre y lo resucitaron en el último momento.

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