Bonnie & Clyde, la pareja criminal más famosa del Siglo XX: asesinatos, cartas de amor y 167 disparos para matarlos

Bonnie & Clyde, la pareja criminal más famosa del Siglo XX: asesinatos, cartas de amor y 167 disparos para matarlos

El auto en el que iban Bonnie & Clyde el 23 de mayo de 1934. Recibió 167 balazos. Sus ocupantes murieron de inmediato. Se acababa la historia de la pareja de delincuentes más célebre de esos tiempos. Comenzaba la leyenda

 

La noticia corrió muy rápido. Por fin los habían cazado. Bonnie & Clyde habían muerto. El 23 de mayo de 1934, noventa años atrás, la pareja fue acribillada por una unidad especial de seis policías que los venía persiguiendo desde hacía días. Los encontraron en Bienville Parish, un pueblito de Indiana.

Por infobae.com





La pareja de delincuentes más popular de la historia, los Romeo y Julieta del crimen, cayó ante una tormenta de disparos que apenas llegaron a responder. 167 balazos que dejaron el Ford que habían robado horas antes como un colador. Casi no quedó superficie del chasis sin tener su orificio.

Los policías que los habían matado habían cumplido con las órdenes. No darles oportunidad de responder: Bonnie & Clyde ya habían asesinado a demasiadas personas, entre ellas a varios policías. Había que detener su raid delictivo. Frenarlos como indica ese lugar común: vivos o muertos. Aunque se entendiera con claridad que los preferían muertos. No se trataba sólo de detener los delitos permanentes, ni tampoco de vengar a los compañeros muertos. Había algo de eso, por supuesto. Pero la mayor motivación de las autoridades era la de parar la maquinaria mediática, la romantización de los delincuentes y, en especial, que la policía dejara de quedar en ridículo ante dos delincuentes de poca monta.

Para que no quedaran dudas de que los delincuentes ya no causarían problemas, uno de los policías filmó con una precaria cámara los cuerpos abatidos y el auto perforado (a la semana los cines de todo Estados Unidos se llenaron para ver en el noticiario, que se pasaba antes de las películas, el cuerpo acribillado y sin vida de Bonnie Parker).

No eran tiempos de escenas del crimen impolutas y preservadas. La gente comenzó a acercarse al lugar empujada por la curiosidad. Fueron también de los pueblos vecinos. Los pocos policías que había ya no podían contener a la multitud. De pronto alguien se animó a tomar, como souvenir, una de las balas del piso. Otros guardaron algún accesorio del auto o fragmentos de los vidrios deshechos de las ventanillas. Alguien se llevó un zapato de Bonnie, mientras una mujer cortaba un mechón de pelo de la delincuente para quedarse como recuerdo. La policía debió intervenir, hasta dispararon algún tiro al aire, cuando un hombre intentó rebanar una de los orejas de Clyde para llevarse a su casa. Debe haber pensado (no sin razón) que, si se apuraba a meterla en un frasco con formol, encontraría coleccionistas que pagarían una fortuna por ella.

Al día siguiente, la noticia llegó a la tapa de todos los diarios de Estados Unidos. Muchos diarios tuvieron que reimprimir varias ediciones. La corona más grande y vistosa en el velatorio fue la del Dallas Globe: un agradecimiento por haberles hecho vender 500.000 ejemplares tras su muerte.

El entierro se convirtió en un acto multitudinario. Más de 20.000 personas se acercaron a ver el último adiós de Bonnie & Clyde (antes de la televisión para ser testigo de algo había que concurrir al lugar: pero eran pocos los eventos que generaban tanta curiosidad).

Los diarios siguieron agotando ediciones durante varios días. El tema no parecía agotarse.

Con el correr del tiempo los protagonistas de la noticia se transformaron en leyenda.

¿Por qué Bonnie & Clyde se convirtieron en un arquetipo del delincuente? ¿Por qué se siguió hablando de ellos? ¿Por qué sus crímenes magnetizaron a la sociedad de su época? ¿Por qué fueron tan famosos? ¿Por qué su historia de amor perduró durante tantas décadas? ¿Por qué inspiraron películas, decenas de libros de investigación, grandes canciones?

Clyde Barrow había delinquido desde muy chico. Su especialidad era el robo de autos. Había logrado evadir la justicia por ser menor de edad y porque en ese tiempo era difícil para la policía el registro coordinado de los crímenes. Pero un día, antes de cumplir los 20 años, su suerte se acabó. A partir de ese momento entró y salió de la cárcel varias veces. Clyde tenía muchos tatuajes. En ese tiempo esa era una costumbre de soldados, marineros o presidiarios. Y Clyde no conocía el mar y nunca había sido alistado en el ejército.

En alguna ocasión se logró fugar con un arma que dicen ingresó al penal su novia Bonnie. Hasta que con una condena severa fue enviado a un presidio donde debía realizar trabajos forzados. Además de las malas condiciones de vida, fue sometido y sodomizado por otro recluso más experimentado. Una tarde lo llamó a las duchas y cuando el otro ingresó, Clyde le destrozó la cabeza con un caño. Fueron más de veinte golpes. Ese fue su primer homicidio.

Desesperado por salir hizo que un compañero de reclusión le rebanara dos dedos de un pie (algunos dicen que fue con un hacha, otros con una pala). Cuando salió del hospital quedó en libertad. Pero no por la mutilación auto infligida sino porque su madre había obtenido un perdón judicial anterior.

Clyde estaba libre pero ya no era él mismo. Rengueaba, conocía el dolor, vivía en una nube de resentimiento y sabía que podía matar.

A la salida lo esperaba su novia Bonnie. Tenía 20 años, uno menos que Clyde. Ya se había divorciado (llevaba tatuado el nombre de su ex en un muslo), había estado detenida unos pocos meses y desde muy chica se había movido sola en un mundo de hombres.

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