La increíble vida de Nostradamus, el boticario cuyas profecías siguen inquietando al mundo

La increíble vida de Nostradamus, el boticario cuyas profecías siguen inquietando al mundo

Michel de Nôtre-Dame, Nostradamus (Foto: Twitter@escrituratwo)

 

Aunque nació un 14 de diciembre de hace 520 años y nunca descolló en su oficio, todavía hoy el boticario francés Michel de Nôtre-Dame sigue dando que hablar y, año tras año, los 942 versos, distribuidos en 343 cuartetas, que escribió en vida son objeto de las más variadas – y a veces delirantes – interpretaciones por parte de sus exégetas, que siempre encuentran en ellas un acierto.

Por infobae.com





Porque el hombre, además de boticario, era astrólogo y se cree que tenía el don de la profecía. Por esto último, falso o cierto, es que el nombre y la obra de Nostradamus – como firmó esas cuarteras que llevaban el inequívoco título de “Las Profecías” – llegó a nuestros días y cada 12 meses, casi siempre a fin de año, reaparece en los medios sensacionalistas, donde es de rigor la nota que hace un balance de sus últimos aciertos y adelanta sus anticipos para el año que se avecina.

Si se recurre a las últimas publicaciones, durante 2023 se cumplió, por ejemplo, la profecía donde anunciaba la coronación de Carlos III en Gran Bretaña y para 2024 la humanidad deberá esperar un recambio en el trono de San Pedro y padecerá muchas inundaciones.

Nostradamus publicó su libro en 1555, cuando la imprenta de Gutenberg apenas había cumplido un siglo, y cuatro años después se convirtió en lo que hoy llamaríamos sin dudar un best seller, primero en Francia y más tarde en toda Europa.

Ese éxito inicial se debió a la concreción de uno de sus supuestos pronósticos: la muerte del rey Enrique II de Francia durante un torneo de caballería. A decir verdad, el boticario profeta no nombraba en sus versos al monarca ni especificaba la naturaleza del accidente, pero cuando se trata de creer la lógica suele dormir la siesta.

Hábil en generar el misterio que se suponía que encerraban sus versos, el propio Nostradamus advertía que sus cuartetas eran “profecías que he querido pulir un poco oscuramente, para evitar que aquellos a los que denominaba “el vulgo” pudieran interpretarla y solo las mentes cultas, aristocráticas e iluminadas pudieran entender – y, claro, comprobar, los aciertos encerrados en sus “abstrusas y perplejas sentencias”.

Para lograr esa oscuridad que sólo podrían desvelar algunos elegidos, utilizaba latinismos en lugar de palabras comunes de la lengua francesa, suprimía verbos o artículos y, sobre todo, usaba una sintaxis deliberadamente confusa. Tampoco precisaba fechas ni lugares, lo que permitía encajar como profecía cumplida cualquier hecho que, aunque remotamente, encajara con algunos versos.

Michel de Nôtre-Dame murió apenas once años después de publicadas sus profecías, pero para entonces ya su fama era inmortal, tanto que todavía hoy millones de personas leen las inacabables reediciones de su obra con el detectivesco afán de encontrar el cumplimiento de sus oscuras predicciones o de anticipar hechos de futuro que ya han sido revelados hace siglos en las cuartetas del boticario profeta.

Un joven educado

Michel de Nôtre-Dame nació el 14 de diciembre de 1503 en Saint-Rémy-de-Provence, Provenza, en una casa que todavía hoy existe y suele ser una visita casi obligada para quienes pasan por la ciudad. Su abuelo paterno era médico, y su padre, Jacob, notario, por lo que la familia – a pesar de tener que alimentar a nueve hijos – vivía de manera acomodada.

Eso permitió que, al cumplir 15 años, el futuro profeta y astrólogo ingresara a la Universidad de Aviñon, donde aprobó el bachillerato, y más tarde se trasladara a Montpellier para estudiar Medicina. No pudo terminar porque lo expulsaron cuando descubrieron que ya estaba trabajando como boticario, un trabajo que en esa época estaba prohibido para quienes querían ser médicos.

Como boticario hizo lo que pudo durante la epidemia de peste bubónica, enfermedad que le costó la vida a su primera mujer – cuya identidad es hoy todavía motivo de disputa entre la catalana Anna de Cabrejas y la francesa Henriette d’Encausse – y a los dos hijos que tuvo con ella, se llamara como se llamase.

Para 1547 estaba en Salon-de-Provence, donde se casó con Anne Ponsarde Gemelle, una viuda rica cuyo marido también había muerto a causa de la peste. Fue allí donde entró en contacto con astrólogos y alquimistas, cuya influencia lo alejó poco a poco de la ciencia de la botica y lo acercó al esoterismo.

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