En un rincón olvidado de San Mateo, el sector conocido como La Aceitera, los habitantes afrontan una desgarradora realidad que desafía toda lógica en un país con riqueza petrolera como Venezuela. Una denuncia anónima revela que los residentes se ven obligados a hacer un peregrinaje hacia el sector Barrio La Paz para obtener un recurso esencial: el agua potable.
Por Corresponsalía lapatilla.com
Este testimonio anónimo es la voz de quienes viven en la sombra de la abundancia petrolera, donde el oro negro fluye, pero el vital líquido escasea. Los lugareños argumentan que carecen de los medios para costear un servicio de cisterna, cuyo precio asciende a 15 dólares, una suma que, según ellos, no pueden pagar, ya que ni siquiera tienen suficiente para poner alimentos en la mesa.
La imagen que acompaña esta denuncia es desgarradora: los residentes de San Mateo cargan pesados baldes de agua sobre sus hombros, luchando día a día por cubrir sus necesidades más básicas. La escena sirve como un recordatorio crudo de la realidad que enfrentan, mientras en otras partes del país, el recurso fluye sin restricciones.
El miedo a represalias por parte de la alcaldesa del municipio Bolívar ha forzado al denunciante a permanecer en el anonimato. A través de los consejos comunales y las UBCh (Unidades de Batalla Bolívar-Chávez), la alcaldesa controla la distribución de lo que denomina “beneficios sociales”. Esto ha llevado a una atmósfera de temor, donde la ayuda parece estar reservada para quienes siguen su línea política, dejando a otros en una lucha desesperada por sobrevivir.
