Se apasionó por Egipto, se enteró de que lleva ese país en sus venas e hizo una réplica exacta del busto de Nefertiti

Se apasionó por Egipto, se enteró de que lleva ese país en sus venas e hizo una réplica exacta del busto de Nefertiti

A sus 23 años cuando, cuando tramitaba su ciudadanía italiana, se enteró de algo revelador: su bisabuela era egipcia (Gastón Taylor)

 

A los 16 años, Alberto Nigro comenzó a estudiar la cultura egipcia. No sabía el motivo, pero adentro de él algo vibraba con cada imagen: los jeroglíficos, las esfinges, los faraones, todo a medida que lo descubría era como una bocanada de aire que lo desconcertaba, pero a la vez lo invita a conocer más. A investigar más.

Por infobae.com





Fue a sus 23 años cuando, buscaba hacer su ciudadanía italiana, se enteró de algo revelador: su bisabuela era egipcia. Esa noticia hizo que todo cobrara sentido y su afán de investigador se acrecentó. Hasta que comenzó a buscar imágenes y logró visitar los primeros museos que mostraban parte de lo que fue Egipto y sus antepasados.

“Quería tener eso conmigo y como no se podía comencé a estudiar esas piezas de museo y comencé a reproducirlas solo. Así me inicié en la escultura”, cuenta con la mirada perdida el hombre que en plena cuarentena estudió a fondo el reconocido busto de Nefertiti, la reina de la dinastía XVIII de Egipto, la primera Gran Esposa Real de Akenatón, e hizo una réplica idéntica que pide ser exhibida ante el público, mientras espera en su casa, ubicada en pleno centro porteño, y rodeada de paredes coloradas.

“Por ahora la tengo acá, en la vitrina. Esto ya lo sabe el embajador de Egipto, a quien le pedí que enviara a los más expertos estudiosos de esculturas para evaluarla porque deseo que sea exhibida y que la gente que no puede viajar a Berlín, donde está la original, pueda ver esta”, pide sin dejar de ver en la excepcional obra salida de sus manos a toda la cultura que la apasiona.

Lo que se lleva en la sangre

Alberto Nigro nació en 1959 en la Ciudad de Buenos Aires, es estadístico y licenciado en Investigación Operativa, profesión que lo llevó por 39 años a trabajar en Aerolíneas Argentinas. Se define como un “aficionado a la egiptología, pero en especial a los años relacionados con el período amarniense (regido por Akenaton-Nefertiti y Tutankamon, hace 1300 años a.C) y soy realizador de esculturas de época faraónica”.

El busto de Nefertiti es de piedra caliza con estuco pintado. Se cree que Tutmose lo realizó en 1345 a. C., debido a que se encontró en su taller en Amarna, Egipto. “Es una de las obras más copiadas del antiguo Egipto y Nefertiti se ha convertido en una de las mujeres más famosas del mundo antiguo y en un icono de la belleza femenina”, recuerda el aeronáutico de 64 años en dialogo con Infobae.

Según sus propias investigaciones, “un equipo arqueológico alemán, dirigido por Ludwig Borchardt, descubrió el busto en 1912 en el taller de Tutmose y se lo ha mantenido en varios lugares en Alemania desde su descubrimiento, incluida la bodega de un banco, una mina de sal en Merkerskieselbach, el museo Dahlem, el museo egipcio en Charlottenburg y el museo Altes. Actualmente está en el museo Neues de Berlín, donde se exhibió originalmente antes de la Segunda Guerra Mundial”, detalla la historia.

Apasionado mientras mira su propia obra maestra, sigue: “El busto de Nefertiti se ha convertido en un símbolo cultural de Berlín y del Antiguo Egipto y ha sido objeto de una intensa discusión entre Egipto y Alemania sobre las demandas egipcias para su repatriación, que comenzó en 1924, una vez que el busto fue exhibido públicamente por primera vez. En ese momento estaban los inspectores egipcios y no se les mostró el busto real antes de que lo dejaran salir del país”, remarca.

Entusiasmado, recuerda que “desde muy pequeño” fue un apasionado de esta cultura de más de 5.000 años. “Los primeros pasos fueron durante mi adolescencia, cuando me atreví con la construcción de la Pirámide Keops en escala y la realización de distintas pinturas de tumbas, después de leer unos libros de piramidología y otro que escribió el profesor Álvarez López, un matemático argentino que estudió los cálculos de su construcción”.

No dejó de estudiar y llegó el momento que tanto esperaba. “Mi primer contacto directo con un templo egipcio fue en 1983, al filtrarme (sin que me detecte el personal de seguridad), lógicamente un acto imprudente, pero que mi mente y mi cuerpo lo consideraba imprescindible y necesario, dentro del templo de Dendur (que Egipto le regaló los Estados Unidos) que había sido llevado piedra por piedra al Museo de Arte Metropolitano de Nueva York. A partir de ese viaje siguieron otros que pude ir concretando a través del tiempo y que fueron visitas fantásticas a los lugares que resguardan las mejores obras egiptológicas como el Museo Británico, el Louvre, el Gran Museo El Cairo, Karnak, Luxor, el Prado, el Museo Egiptológico de Barcelona, y otros de menor envergadura, pero también muy importantes”.

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