Después de 50 años y un gran éxito económico, Vietnam teme quedar atrapado en una nueva guerra

Después de 50 años y un gran éxito económico, Vietnam teme quedar atrapado en una nueva guerra

Un marino vietnamita observa los movimientos de los barcos guardacostas chinos que permanecen desde hace una semana en las aguas jurisdiccionales de Vietnam en el Mar del Sur de la China. (REUTERS/Martin Petty)

 

 

 

Es por el expansionismo de China y su amenaza a Taiwán mientras Estados Unidos busca profundizar su alianza económica y militar como pieza estratégica en su rivalidad con Beijing.

Por infobae.com

Cuando una nación está en disputa con su poderoso vecino, lo último que quiere es que venga a defenderla un antiguo enemigo que puede empeorar la situación en todos los sentidos. Eso es lo que le está pasando a Vietnam. Tiene demasiado cerca a China que pretende una buena parte de su zona marítima más rica en el Mar del Sur de la China y a Estados Unidos que la quiere alejar del gigante y conquistarla como pieza estratégica en su lucha con Beijing por ver quién va a liderar el mundo en la segunda mitad de este siglo. El gobierno de Hanoi teme que en este contexto vuelva a quedar atrapada en una confrontación entre grandes potencias como ya le ocurrió en los 20 años (1955/75) de la famosa guerra que destruyó al país.

El último episodio ocurrió la semana pasada cuando un barco explorador chino escoltado por cinco lanchas torpederas entró en la Zona Exclusiva Económica vietnamita del Mar del Sur, donde se encuentran decenas de torres de explotación de gas pertenecientes a empresas rusas, y se negaron a acatar la orden de abandonar la zona por parte de las autoridades locales. China pretende la soberanía de estas aguas y ya en 2017 hizo que la empresa española Repsol abandonara un campo de explotación marítimo en ese mismo lugar por presión de los barcos enviados por Beijing. En los últimos dos años se produjeron más de 40 incursiones de lanchas patrulleras chinas alrededor de las torres de las empresas rusas Zarubezhneft y Gazprom.

Estados Unidos presiona, como siempre, con negocios y diplomacia directa mientras hace la vista gorda a ciertas violaciones a la democracia y los derechos humanos. En abril, la visita del secretario de Estado, Antony Blinken, a Hanoi fue reveladora en este sentido. En su discurso, el representante de la Casa Blanca afirmó que la atención estadounidense sigue centrada en apoyar “el éxito de Vietnam, que es bueno para su pueblo, para los estadounidenses y para toda la región”. Aseguró además que el gobierno estadounidense está “comprometido a apoyar un Vietnam fuerte, próspero, independiente y resistente”. Claramente sin la presencia ni la influencia de China. Sobre el resto: “Respetamos el derecho de Vietnam a forjar su futuro bajo su propio sistema político”. El comunismo es bueno aquí. Aunque aclaró que el gobierno estadounidense seguirá “insistiendo en que es esencial seguir avanzando en materia de derechos humanos para liberar todo el potencial del pueblo vietnamita”. Pero sin condiciones previas, sin sanciones por la represión y denominando aliada a una dictadura.

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