Aires de cambio, por Rafael Veloz García @Rafaelvelozg

El tercer informe de la Misión Internacional Independiente para la Verificación de los Hechos en Venezuela de la Organización de Naciones Unidas, que será presentado ante el Consejo de Derechos Humanos el venidero 26 de septiembre, concluye en que las torturas del Sebin y la Dgcim forman parte de una política de Estado del régimen de Nicolás Maduro. Así de simple, no se le puede dar otra lectura.

En este punto es menester hacer un recuento histórico de lo que ha investigado a la que llamaremos Misión de ahora en lo sucesivo, con base en lo que resalta el texto del tercero de sus informes.

El Consejo de Derechos Humanos (CDH) estableció esta Misión de la ONU, por medio de su resolución 42/25 del 27 de septiembre de 2019. La Misión presentó su primer informe el 25 de septiembre de 2020. Ese informe se centró en las violaciones de los derechos humanos y los delitos en el contexto de la represión política selectiva, las operaciones de seguridad y las protestas. La Misión llegó a la conclusión de que había motivos razonables para creer que algunos de los hechos documentados en ese informe constituían crímenes de lesa humanidad. El informe incluía además la evaluación inicial de la Misión sobre las responsabilidades por las violaciones y los delitos identificados.
La Misión, cuyas funciones fueron prorrogadas por el CDH por dos años más, el 6 de octubre de 2020, siguió investigando las violaciones graves de los derechos humanos como las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas, las detenciones arbitrarias, la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, incluidas las relacionadas con la violencia sexual y de género, cometidas desde 2014, con el fin de combatir la impunidad y garantizar la plena rendición de cuentas de los autores y la justicia para las víctimas.





En este tercer informe, como ha señalado la Misión, “el nivel de responsabilidad suele aumentar a medida que el análisis se aleja de la persona que ejecuta las violaciones y los delitos para llegar a los rangos superiores de mando. La información recopilada para este informe y las investigaciones anteriores de la Misión, muestran que los actos de violencia documentados no fueron realizados por individuos aislados y sin conexión actuando solos dentro del Sebin y la Dgcim. Más bien, la Misión ha llegado a la conclusión de que estas violaciones, que, como se ha señalado, constituyen crímenes de lesa humanidad, fueron parte de una política deliberada del Gobierno para silenciar, desalentar y sofocar la oposición al régimen. Nicolás Maduro, y otras autoridades de alto nivel que le prestaron apoyo, fueron los principales artífices en el diseño, implementación y mantenimiento de una maquinaria con el propósito de reprimir la disidencia”.

Este informe es lapidario para Maduro y con toda seguridad llegará a manos del fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Karin Khan, quien por su parte lleva el caso de Venezuela que se encuentra en fase de investigación.

En otras palabras, todo apunta que la justicia internacional alcanzará a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos contra los venezolanos, por causa de un régimen que ejerce comprobadamente el terrorismo de Estado.

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Lo anterior en el plano internacional nos hace sentir aires de cambio en Venezuela, pero también lo sentimos por lo que estamos haciendo en lo interno. Aquí son aires de cambio y de unidad y como ejemplo tenemos el acto realizado el jueves pasado, de carácter privado, donde el Presidente (E) de Venezuela, Juan Guaidó, atendió una invitación de importantes líderes de todo el país, al cual asistieron personas que pertenecieron al chavismo y que hoy están en situación de disidencia, por lo que ha significado el madurismo, causante de la crisis en la que hoy nos encontramos, que por lejos es la mayor en la historia republicana del país.

Pero no solo participaron en esa reunión disidentes chavistas, también lo hicieron independientes y social demócratas. Y de allí se originó un apoyó a Guaidó, por quienes se sumaron a la reconstrucción de la unidad para salir de Maduro, pero sobre todo en favor de la reconstrucción de Venezuela.

Varios puntos fueron expuestos en esa importante e históríca reunión por lo que se trató en la profunda y larga discusión que tuvimos con estos líderes de todo el país. Primero, la importancia de las regiones y para que haya un espítitu unitario hay que escuchar a las regiones, como hay que escuchar también a los venezolanos en el exterior.
Consideremos que mientras más diverso sea el liderazgo y los participantes de la unidad, es más profundo el arraigo y el compromiso del cambio político y de la reconstrucción de la nación.

En ese encuentro se produjo de manera unánime un reconocimiento al liderazgo, a la fuerza de la juventud en lo que significó la valentía para enfrentar a un régimen, factores que fortalecen a un líder que va a saber cobrar, luego del momento en que provoque el cambio político, que vendrá de la mano de la expresión ciudadana, para que con los mejores y bajo el sustento de un acuerdo de unidad nacional, firmado previamente, pasemos a unas medidas de emergencia en transición para sacar a los venezolanos del foso, para luego ir a una rápida y progresiva reconstrucción del país. Nuestro objetivo no está cifrado en Maduro, quien es un lamentable accidente histórico. La tarea primordial es buscar soluciones para los problemas de los ciudadanos.

Los líderes que se reunieron con Juan Guaidó tienen distintas edades, son de distintos géneros y de corrientes políticas, con una valentía significativa, en la que debemos destacar la de las mujeres.

Hubo intervenciones dignas de tomar muy en cuenta. La de Rodrigo Cabezas, por ejemlo, quien indicaba que debemos ser “apóstoles de la unidad”, es decir, unirnos para lograr el cambio.

No podemos pasar por alto la de Juan Francisco García, un joven abogado y exdiputado del Psuv por el estado Apure, quien indicó que había que “mostrar la solvencia moral”, que es el motor que da la fuerza para aglutinar a todos los venezolanos.

También tenemos un líder de diltada trayectoria parlamentaria, política y social demócrata, como es el caso del ex diputado Luis Beltrán Franco, que expresaba que Guaidó era el “representante de la legitimidad en Venezuela”.

Y por último, Zenaida Fernández, diputada a la Asamblea Nacional, una líder indígena que con una profunda sensibilidad humana con los pueblos indígenas, solicitó el acompañamiento del presidente Guaidó para que los pueblos indígenas no sean olvidados, como han sido olvidados en estos últimos 22 años. Y luego surgió el compromiso asumido publicamente por Guaidó de ir a la búsqueda y la solución de los problemas de los sectores más vulnerables, entre los cuales está el sector indígena.

Hoy puedo asegurar que cada día es mayor el número de venezolanos que se incorporan a la lucha por el cambio y la unidad. Y eso tiene un valor incalculable, lo cual nos coloca más cerca de poder recuperar la democracia, la libertad, la justicia y avanzar en la reconstrucción del país. En consecuencia, seamos optimistas, porque hay razones para serlo.


Dr. Rafael Veloz García, diputado a la Asamblea Nacional y al Parlasur electo en 2015 ; expresidente de la Federación Interamericana de Abogados (FIA); miembro de la dirección nacional de Voluntad Popular, VP.