La estupidez no se prohíbe, tampoco se protesta, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

El humano no nace estúpido, con el tiempo decide serlo. Las experiencias colectivas repetidas son ideales para caer en la tentación de los estúpidos. No es temerario señalar que la complicación es sociológica más que psicológica. 

Hay ideas tan estúpidas, que niños podrían resolver problemas de una sociedad extraviada. Los asuntos de la vida se resuelven, se encaran mediante reclamo y exigencia. Sin embargo, contra la estupidez, no existen protestas ni marchas que tengan por objeto derrotarla. Esa es su ventaja imbatible. Es improtestable. 

Pensar, que se combate con hechos, datos y argumentos, es un error. Quien no quiere aceptar la realidad la ignora o admite como trivial. Los estúpidos son violentos, cuando ven amenazada su argumentación se lanzan en feroz ataque contra quien piense diferente. Los pícaros y ladinos son pacientes, aprovechan la debilidad del adversario. No reaccionan virulentos. El estúpido renuncia a la razón y abraza el avasallamiento.





La estupidez no es un defecto intelectual, es moral. Existen personas con alto grado de inteligencia, pero estúpidas y viceversa. Anuncios de mejorías, denotan la falta de agudeza y capacidad para comprender características y efectos en la población, así como, la inhabilidad para vislumbrar la realidad. 

El tiempo permite meditar sobre las causas que llevan a individuos con talento a comportarse de manera inusual. La estupidez, es culpable, porque ejerce sometimiento sobre las mentes inteligentes. Movimientos políticos y religiosos son los preferidos por la toxina de la sandez. Son simbióticos: el poder de uno necesita de la estupidez del colectivo para propagarse. 

Simón Bolívar, a pesar de nosotros, nos hizo independientes. Pero hasta la presencia de Fernando VII de Bordón, no hubo en Venezuela una seria conflagración contra el imperialismo español. Se enfrentaron quienes defendían intereses del reinado y los que creían en la independencia. 

El Decreto de Guerra a Muerte ayudó, pero no cambiaría los ánimos. Tuvimos la suerte de que los llamados “pata en el suelo” han sido seguidores de un caudillo en el cual admiran palabrerío y habilidades físicas; y por ser buen jinete, populachero, valiente y hábil con la lanza, siguieron a José Antonio Páez quien decidió pelear contra los españoles y más tarde, apoyar a Bolívar. ¿Lo hizo por ideales conceptuales de soberanía, independencia, democracia, o por instinto de jefe y caudillo? Acompañado de llaneros asegurándoles venganza, saqueos y atropellos que antes prometiera Boves.

Asumimos la tradición al dejarnos llevar por regentes codiciosos de mente estrecha que combatían por adueñarse del poder y su riqueza. Toda una historia con sólo 40 años de democracia. La tragedia nos persigue, pobreza, enfermedades endémicas, estupidez, respeto a bodegueros, poseer petróleo que enriqueció porque nos enseñaron, igual que a usar zapatos y jugar pelota. 

Pocos tuvieron el coraje de clandestinidades; costó persecución, muerte, sacrificio, exilio y cárcel llegar a la democracia ya inundados de universidades, autopistas y miradas diferentes al mundo. Pero sólo pudieron mantenerla 4 décadas, desplazados por militares de exigua intelectualidad, seducidos por la infame tiranía castro-comunista, ayudados de civiles oportunistas, unidos por la estupidez de gobernar más allá de alardes e ignorancias.  

Hubo partidos políticos dirigidos por ciudadanos ejemplares, no caudillos, sino líderes, que extintos dejaron sus agrupaciones en manos de escasos potenciales. Relevados por la dictadura iletrada y ambiciosa, proliferaron organizaciones que resultaron plataformas hipócritas y serviciales, dialogando falsedades, prometiendo maravillas, traicionando y fracasando ante la realidad financiada por el poder, y una oposición de insuficiente decoro. Las conversaciones con estúpidos no son intercambio de ideas, sino repetición de frases, slogans y palabras insertadas. Las opiniones propias están ausentes. 

La estupidez puede ser derrotada por acto individual de genuino interés al comprender el grado de enajenación en el que se encuentran. Están pactando indebidamente, fortaleciendo desuniones, con la angustia de que ninguno tiene fuerza, militancia, o nobleza para cambiar el pozo virulento en el cual caímos por incompetencia, corrupción y alianzas con las cuales nunca debimos convenir.

Nos hundimos en el peor de los escenarios, abismo tenebroso del régimen violador del Derecho Humano y una oposición laxa, cohabitadora y perjura. Arrastrando a millones que sólo eso han conocido, que ya no creen en el chavismo, militares, Iglesia, ni oposición, que mueren de hambre, sufren miseria, o se van a otro país.

El estúpido es un instrumento de los designios de alguien más; lo preocupante, en Venezuela no tenemos nada, sólo el que ha matado de hambre, sed y penuria a una generación, obligándola a fugarse. La estupidez no se prohíbe, tampoco se protesta.

@ArmandoMartini