Julio César Arreaza B.: Nueva etapa de lucha

Julio César Arreaza B.: Nueva etapa de lucha

Recuerdo, como si fuera hoy, al intergaláctico declarándose subversivo, y muchos lo vieron como ver llover, riendo las gracias de “Tribilín” y dejando pasar y pasar, prescindiendo del atributo del raciocinio e incurriendo en “autosuicidio”. Aquel logró subvertir el orden democrático. La democracia no garantiza la racionalidad, la cual se pierde si no se cultiva.

Eligieron a quien venía a destruir las instituciones, que nunca será la fórmula de protegerlas. Observaron impasibles la ruptura de la institucionalidad y ante sus ojos, ciegos de desidia, se fue conformando, a paso de vencedores, la situación país calamitosa de desestructuración y desinstitucionalización. De brazos cruzados dejan pasar que un monigote de goma presida el desfile militar del 5 de julio.

El régimen forajido quebró al Estado y luego lo refundó con corrupción e impunidad. Los logros del socialismo del siglo XXI son criminalidad, miseria, falta de talento y la desgracia. Venezuela no está mejorando, imposible hacerlo sin educación, cultura, ética, valores y moral.





Hay que derrotar a la “opolaboración” que auspicia primarias en combo con “fiesta electoral”, para el lejano 2024, como si aquí no estuviera pasando de todo y el país se nos disuelve cada día. Vemos con impotencia a compatriotas marcharse, por considerarse ayunos de presente y futuro, dispuestos a ofrendar sus vidas en búsqueda de libertad y prosperidad en otras latitudes, y lanzarse a la locura de atravesar el tapón de Darién o paso de la muerte.

Primero lo primero, sacar a esa fracasada dirección política funcional al régimen. Quieren promover un nuevo reparto para mantener el estatus quo y en medio de la devastación del país, no vemos por ningún lado rendición de cuentas de sus repetidos fracasos. Ellos apuestan a seguir cómodos, aunque sometidos.

Cuidado con cualquier candidatura de tapadera para relegitimar a Maduro. Los del llamado G4 se representan a sí mismos, son un fin en sí mismos. Encarnan la falacia del espantapájaros. Padecen una desconexión propositiva, emocional y de visión de país. El rediseño de la ignominia no es para construir la vía alterna de libertad, sino para empoderar al usurpador, consolidar el sometimiento de la sociedad y jamás será ese un camino para el ejercicio de la democracia.

El crimen no se combate con elecciones que siempre concluyen en farsas. El régimen forajido no va a cambiar su naturaleza y, si de él depende, jamás cederá el control férreo del poder. El chavismo es indigno por naturaleza. Pretenden un país sometido a sus designios y no uno al que ellos sirvan.

En noviembre próximo pasado María Corina Machado, una líder coherente y llena de coraje, propuso, en correspondencia con el clamor colectivo, la designación de una nueva dirección política de la oposición para abrir una nueva etapa de lucha. El G4 ignoró la propuesta.

Ahora bien, ante el estado de cosas, María Corina acepta participar en unas primarias, bajo unas condiciones claras para la ciudadanía, sin las instituciones cooptadas por el régimen.

Respetables voces de la sociedad, aliados naturales, consideran que ella abandonó, equivocadamente, el espacio de la ruptura que había esculpido con pulso y no se atrevió a encarnarla definitivamente, quedándose entonces sin ruta y sin coraje.

Yo pienso que ella mantiene incólumes sus principios y valores, comprometidos en el combate duro y ético, y que liderará con éxito la nueva etapa de lucha.

¡Libertad para Javier Tarazona! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!