“Fue todo un infierno”: Relató la tragedia que vivió tras caer en el mundo de la prostitución en España

“Fue todo un infierno”: Relató la tragedia que vivió tras caer en el mundo de la prostitución en España

XOAN CARLOS GIL.

 

Mascarillas, preservativos, pastillas y gel hidroalcohólico. El olor a sexo se entremezcla con la sensación de suciedad. Esto es lo primero que recuerda Carla (nombre ficticio) de su paso por un piso de prostitución situado en el corazón de la ciudad de Lugo. Con 23 años, llegó a Galicia desde Barcelona decidida a estudiar una carrera. Sin embargo, poco después de empezar su proyecto de vida, todo se torció. Sus padres atravesaron una situación delicada y ella se sintió forzada a encontrar una solución repentinamente. Trabajó de camarera unas semanas, pero el sueldo no le permitía pagar dos alquileres (el suyo en Lugo y el de sus padres en la Ciudad Condal), comida para tres y otros gastos derivados de la vida. “Fui a lo fácil, me dirás. Pero en realidad esa decisión fue la más difícil y no me la voy a perdonar nunca. Fue un infierno”, recuerda Carla de aquel entonces.

Por MARÍA GUNTÍN / La Voz de Galicia 





Hace unas semanas, la joven se marchó de Lugo. Ahora está opositando y busca dejar atrás su antigua vida, no sin antes sacar a la luz una realidad que se reproduce a diario en cientos de pisos esparcidos por toda Galicia. Esta mujer explica que muchos de ellos están interconectados y que el funcionamiento es, en todos ellos, similar: “Llegas, dejas que fotocopien tu DNI, firmas un contrato de alquiler con la única condición de guardar silencio y te quedas allí a vivir. Entonces empieza el infierno. Controlan tus entradas y salidas, no tienes la libertad de decirle que no a un cliente y la madame se queda con los beneficios que a ella le parece. Además, pasamos días sin dormir”, explica Carla. Asimismo, es la dueña la que realiza los cobros a los clientes y se queda con el 50 % de los beneficios. “También les venden viagra a 50 euros la pastilla, cocaína o tabaco”, añade.

El horario en buena parte de estos pisos es 24 horas y las mujeres tienen desde 18 a 30 años. Asimismo, hacen desplazamientos para “clientes de confianza”. Algunas de las mujeres prostituidas acabaron en el HULA como consecuencia de las sobredosis.