Carlos Ochoa: La estrategia de la esperanza

Carlos Ochoa: La estrategia de la esperanza

La rueda del tiempo no se detiene, la historia no espera a nadie, si no nos montamos en las oportunidades las perdemos sin tener la certeza que tendremos otra, así es para todos y por eso es que en política hay que acompañar el relato con la acción sincronizando los tiempos. El problema es que para tener éxito se requiere de un factor que no se vende en botica y menos en bodegones, es un algo que se tiene o no se tiene, unos lo llaman carisma, otros carácter, en realidad es una especie de receta que tiene como ingrediente principal, la constancia que es el empeño de la voluntad dirigida en el sentido correcto.

Esta receta ha producido héroes y villanos a lo largo de la historia por una poderosa razón, convence a una comunidad, un pueblo, un conjunto de naciones con una narrativa de promesas angeladas a marchar a favor o en contra de una ideología, una causa, un  entramado de circunstancias  que construyen algo indispensable para la vida personal y colectiva de una sociedad, este ingrediente sin el cual la vida carece de sentido es la esperanza.

En nuestro continente la esperanza de una democracia de oportunidades sin el lastre del populismo no ha logrado establecerse como relato dominante y el fantasma de los autoritarismos de izquierda y derecha siempre están espantando los esfuerzos liberales que puedan garantizar a largo plazo los derechos humanos, políticos y económicos de la región, que pasa de la estabilidad a la inestabilidad en períodos relativamente cortos, por eso la política pendular hacia un extremo y otro del espectro ideológico crea incertidumbre y desconcierto.





Una de las causas que hay que analizar es la crisis de la democracia en occidente después de finalizada la guerra fría y el papel de los Estados Unidos en el mundo. El ataque el 11S a las Torres Gemelas desencadenó una cascada de errores que ha permitido el ascenso de China y la recuperación de Rusia en regiones impensables hace apenas dos décadas, para expresarlo sin rodeos, el poder moral de la democracia más importante del planeta atraviesa una crisis  y eso trae como consecuencia para la región que no estén calculando el riesgo de una mayor presencia  de potencias adversas al modelo de sociedad democrática, que más ha generado progreso social y económico en el planeta.

Es verdad que nos han apoyado y nos siguen apoyando para la recuperación de la libertad en Venezuela al igual que muchos países de todo el mundo, la estrategia de la boa ha dado sus resultados y tiene a Maduro aislado y arrinconado, sin embargo la política de solsticio, de sol quieto que se percibe a lo interno requiere de unos equinoccios que auspicien cambios, es posible que la exigencia de renovación de liderazgo contribuya a acelerar los tiempos, ya sabemos que no es una cuestión generacional, ni de cambiar de caballo a mitad del río, es un tema de unión más que de unidad, unión de propósito para salir del régimen, allí es donde debemos encontrarnos con nuestras esperanzas de una Venezuela posible que recupere la libertad y la justicia.