Pedro Carmona Estanga: Cambio Climático y Transición Energética

 

El planeta registra una etapa crítica de desórdenes climáticos asociados a la agresión al medio ambiente y al aumento récord de temperaturas a lo largo y ancho del globo, causante de inundaciones, huracanes, incendios forestales, deshielo de los casquetes polares, y aumento del nivel de los mares. Como mucho se proclama, es tiempo de actuar, atacando sus causas, y en tal sentido, las metas del Acuerdo de París sobre Cambio Climático y Gases de Efecto Invernadero, marcan pautas fundamentales para enfrentar con urgencia una situación que está a punto de hacerse irreversible, y evitar una catástrofe de colosales dimensiones para la humanidad y la biodiversidad. El retorno de Estados Unidos al Acuerdo de París, decidido por Biden, ha sido celebrado globalmente, junto a compromisos más firmes de China, el mayor emisor de CO2 del mundo, y el liderazgo asumido por la Unión Europea, al anunciar recientemente una audaz estrategia hacia la conversión de ese bloque en carbono neutro hacia el año 2050.





Algunas de las líneas del plan europeo, que llevará a ese continente a una revolución verde y transformará la vida de sus habitantes, cuenta con algunas etapas ya aprobadas, y otras que requieren sanción en instancias como el Parlamento Europeo. La primera fase, a completarse en 2030, tiene como objetivo la reducción de las emisiones en 55% con relación a 1990, y llegar a emisiones cero en 2050. La hoja de ruta contempla la prohibición de venta de automóviles con motores a gasolina y diesel a partir de 2035, y la restricción total de su circulación en 2050, en fa

vor de la masificación de automóviles eléctricos o movidos por hidrógeno, y la construcción de una amplia infraestructura de puntos de recarga en el territorio europeo. Se prevé también un impuesto al combustible de aviación para estimular el uso de combustibles menos contaminantes, aunque más caros, anuncio que genera cuestionamientos en las líneas aéreas, alegando que ya están asumiendo el reto de la descarbonización. Adicionalmente, se prevé profundizar el mercado de carbono existente, a través del cual miles de empresas europeas compran derechos para la emisión de carbono, y que incluiría a sectores hoy exceptuados como el transporte marítimo y la calefacción para edificios, tema este que consiste en un plan de eficiencia energética en edificaciones antiguas con el apoyo de fondos comunitarios, y exigentes reglas para edificaciones nuevas. También se propone una política fiscal que penalizará a los combustibles fósiles a través de una “tasa de carbono”, aplicable a importaciones de bienes producidos en terceros países que utilicen normas menos estrictas que las europeas. El objetivo en materia de eficiencia energética es lograr que, en 2030, 1/3 de todos los edificios en la Unión Europea, sean energéticamente neutrales.

Para 2030, el 40% de la generación en la UE provendrá de energías renovables, otro gran reto para sustituir combustibles fósiles por energía solar y eólica, y la masificación futura de la producción de hidrógeno verde obtenido a través de la electrólisis del agua, usando en dicho proceso energías renovables. La transición energética se convierte así en el más grande reto para dicho continente y el planeta. Téngase en cuenta que la población de Europa no crecerá hacia el 2050, y que un país como Alemania decrecerá de 81 millones de habitantes en la actualidad, a 65 millones en ese año.

Así, China e India serán los países clave en el aumento de la demanda global de energía; el aumento en el uso de combustibles fósiles (carbón y petróleo) ocurrirá solo en los países emergentes de África, Asia y América Latina, con una tendencia a la sustitución de carbón por gas natural, y un mayor desarrollo de las energías renovables, las cuales muestran buen futuro hacia la próxima década. Los avances tecnológicos en células fotovoltaicas, turbinas eólicas y baterías para el almacenamiento de energía están haciendo cada vez más competitivas las energías renovables, sin necesidad de las subvenciones o subsidios del pasado. China será responsable de la mitad del incremento global en generación de electricidad desde fuentes renovables en la presente década, y junto a la Unión Europea y Estados Unidos sumarán 3/4 partes de la oferta mundial de energía solar y eólica. Solo en el año 2021, el crecimiento de las renovables en la generación eléctrica será del orden de 30%, el porcentaje más alto de crecimiento desde la revolución industrial.

En cuanto a Estados Unidos, segundo país generador mundial de CO2, la administración Biden ha dado un giro de 180º en relación con las políticas de Trump, pues no solo reintegró al país al Acuerdo de París sobre Cambio Climático, sino que ha asumido el compromiso de que 1/3 de la generación eléctrica en 2035 provenga de energías renovables, con una reducción en las emisiones de entre 50 y 52% para 2030 en comparación con los niveles de 2005, y la meta de llegar al “carbono neutralidad” en 2050. También en EE.UU. algunas empresas automotrices anuncian que a mediados de la próxima década dejarán de producir automóviles movidos por gasolina o diesel, con lo cual se iniciaría la transformación del parque automotor, y con ello la reducción de emisiones de CO2.

A nivel global, la Agencia Internacional de Energía (AIE), proyecta hacia el 2040 un rápido crecimiento de las energías renovables y de la electrificación en el mundo, a la par del desarrollo económico y el aumento poblacional a 9.500 millones de habitantes en 2045. La demanda global de energía crecerá en 70% para ese año, previéndose que el gas natural siga en ascenso por ser un hidrocarburo más limpio, pero que las energías renovables capten 2/3 de la inversión en generación, y 40% de las fuentes de energía y en transportes.

Colombia aprobó recientemente una Ley de Transición Energética, que le permitirá mejorar su matriz energética y exportadora basada en carbón e hidrocarburos, teniendo como meta pasar del 1% de participación de las energías renovables a 12% en 2030, con 37 proyectos nuevos y de autogeneración de una capacidad adicional de 530 Mw, equivalente al consumo de 450.000 hogares. Igualmente se impulsa una hoja de ruta para desarrollar el hidrógeno verde y azul como energía renovable, y atender la demanda local y la exportación, apoyada con importantes incentivos. Por su parte, Arabia Saudita, principal exportador mundial de petróleo, invertirá US$ 40.000 millones a lo largo de los próximos cinco años para disminuir la dependencia petrolera, diversificar su economía, y convertirse en líder en energías renovables, turismo, entretenimiento y en el desarrollo de ciudades inteligentes. Es ese un referente para países petroleros, y para compañías petroleras como BP, Total, Saudi Aramco, Shell, CEPSA, Ecopetrol, Total, entre otras. En un país como Venezuela, que fue actor importante en el mercado petrolero mundial, no es dable pensar a futuro en la simple refundación de PDVSA, que llegó a ser la segunda empresa petrolera del mundo y hoy está destruida, sino en las nuevas realidades del mercado energético mundial. Deberá tenerse como referente a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos reiventando al país, y haciendo realidad el lema de “sembrar el petróleo” acuñado hace 65 años por el Arturo Uslar Pietri. Los cambios energéticos globales están en marcha indetenible, y los notables ciclos tecnológicos se hacen cada vez más cortos. No hay tiempo que perder para asumir los retos del cambio climático, y subirse al tren de alta velocidad de la transición energética en el mundo.