José Ignacio Hernández: ¿Las anunciadas elecciones parlamentarias pueden avanzar la transición en Venezuela?

Las sillas vacías esperan a los votantes en una mesa de votación vacía durante la elección de legisladores municipales en Caracas, Venezuela, 9 de diciembre de 2018. REUTERS / Marco Bello

El anuncio de elecciones parlamentarias en Venezuela para diciembre de 2020 ha vuelto a plantear en la opinión política un debate que es ya común: ¿debe la oposición democrática participar en esas elecciones, pese a las evidencias de fraude y corrupción electoral presentes?

Por: José Ignacio Hernández G.

Quienes rechazan esa participación advierten que las anunciadas elecciones parlamentarias son producto de un fraude orientado a asegurar elecciones no-competitivas, tal y como ya sucedió con la elección presidencial en 2018. Frente a esta posición, otro sector señala que la oposición debe participar en esas elecciones, para así fortalecer la organización política de la oposición, citando como ejemplo casos en los cuales los procesos de democratización se han alcanzado a través de elecciones, como Chile.





En estos términos, este debate no llega a ningún resultado. Siempre habrá argumentos a favor y en contra de participar en elecciones no-competitivas, como son las elecciones parlamentarias que el régimen de Maduro organizó para asegurar el control sobre la Asamblea Nacional, control que ya había alcanzado por medio de decenas de sentencias del Tribunal Supremo de Justicia.

Las sillas vacías esperan a los votantes en una mesa de votación vacía durante la elección de legisladores municipales en Caracas, Venezuela, 9 de diciembre de 2018. REUTERS / Marco Bello

Mucho más importante que ello es comprender cuál es la naturaleza del régimen de Nicolás Maduro. Tal y como apuntó Linz, cada transición depende de la naturaleza del régimen autoritario del cual se parte, con lo cual, experiencias exitosas de transiciones pueden servir de contexto, pero en modo alguno son “recetas” que deben seguirse de manera rígida.

¿Cuál es la naturaleza del régimen de Nicolás Maduro? Comencemos por lo obvio: Maduro es un régimen autoritario, o si se quiere, no-democrático. Avanzando más el diagnóstico, habría que agregar que el régimen de Maduro encuadra con los autoritarismos populistas, que luego de socavar las condiciones de integridad electoral organizan elecciones no-competitivas a los fines de afianzar su control.

Pero el diagnóstico no puede quedarse allí. Además, debe agregarse que como resultado del autoritarismo-populista que emprendió Chávez en 1999 y Maduro continuó en 2013, Venezuela es hoy un Estado fallido cuyas debilitadas estructuras han sido cooptadas por organizaciones ilícitas, que van desde la cleptocracia hasta el comercio ilegal de oro. Finalmente, es necesario considerar que, debido al desastre económico, Venezuela atraviesa una emergencia humanitaria compleja que ha sido empleada por el régimen de Maduro para avanzar en los ilícitos económicos que sostienen a su régimen, adoptando además tácticas de dominación social sobre los sectores más vulnerables de la población. Todo ello ha desatado una crisis masiva de refugiados y migrantes.

Una mujer espera para votar en una mesa electoral durante la elección de legisladores municipales en Caracas, Venezuela, 9 de diciembre de 2018. REUTERS / Marco Bello

Por ello, el único problema a resolver en Venezuela no es ya de naturaleza política. El régimen de Maduro no es, así, un autoritarismo convencional: es un autoritarismo apoyado en organizaciones ilícitas y paraestatales que han crecido al colapso del Estado, en el medio de un desastre económico y social propio de países que han atravesado guerras.

En este contexto, proponer como solución a la crisis la participación en las elecciones parlamentarias que Maduro convocó para diciembre de 2020 no es una táctica adecuada. Hay que recordar que, en especial desde 2010, la oposición venezolana intentó como táctica de transición las elecciones. Pero lejos de democratizar, las elecciones solo derivaron en el avance del autoritarismo.

El triunfo de la oposición en diciembre de 2015 ha debido servir para avanzar en el proceso de democratización por elecciones, pero no fue ese el caso, pues Maduro desconoció ese resultado, eliminando las débiles condiciones de integridad electoral y avanzando con ello en el colapso venezolano. Por ello, Maduro bloqueó los ensayos electorales intentados luego de 2015, como sucedió con el referendo revocatorio presidencial.

Con estos antecedentes, puede concluirse que la participación de la oposición en las elecciones parlamentarias de 2020 no podrá promover cambio alguno en Venezuela, en tanto esas elecciones no son competitivas, y solo pretenden afianzar políticamente el autoritario régimen de Maduro.

Proponer repetir el ensayo de democratización por elecciones en Venezuela, luego de las evidencias que demuestran el fracaso de esa táctica, no es, por ello, una táctica que luce adecuada. La crisis de Venezuela es compleja y única, y por ello, exige implementar soluciones complejas y únicas.

           

 

Por: José Ignacio Hernández