Humberto García Larralde: ¿La última “escapada” hacia adelante?

La nueva propuesta para una transición democrática en Venezuela anunciada por Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU. pone en tres y dos a quienes integran la dictadura. Si quieren que se les levanten las sanciones, deben permitir el restablecimiento del orden constitucional en sus aspectos centrales: respetar las potestades de la Asamblea Nacional y disolver, por tanto, a la anc fraudulenta, liberar los presos políticos y habilitar a todos los diputados presos y perseguidos. El fin sería integrar, junto a las fuerzas democráticas, un Consejo de Estado como gobierno de emergencia que haga frente a la pandemia del Covid-19, coordine la ayuda humanitaria y, con un nuevo CNE, convoque a elecciones presidenciales y parlamentarias. De lo contrario, tendrán que sufrir todo el peso de estas sanciones y más, ahora con el agravante de un precio sobre la cabeza de los criminales más connotados. En fin, la proverbial política de zanahoria o garrote para inducir los resultados buscados, tan bien expresada por el mayor de los Roosevelt, Teddy: “Speak softly and carry a big stick”. El despliegue de buques de guerra estadounidenses en el Caribe “contra el narcotráfico” sería una materialización de esta consigna.

Como era de esperarse, Maduro –siguiendo órdenes de sus amos cubanos– rechazó la propuesta, con el argumento ofensivamente cínico de que “no se doblegará ante el tutelaje de ningún gobierno extranjero” (¡!). Sabe, además, que difícilmente evitaría que le pusieran los ganchos, una vez fuera del poder. Fiel a su naturaleza despótica, manda a sus esbirros a perseguir a dirigentes democráticos en represalia.

Por demás, el fascismo, ante un desiderátum de tal naturaleza, ha buscado siempre salirse con la suya “huyendo hacia adelante”, bajo el chantaje de desatar una escabechina final si lo acorralan. El mundo ficticio que se ha construido con sus consignas grandilocuentes le proporciona la ilusión de un refugio justo, mientras la Historia (con mayúscula) acuda en rescate. Pero, por los vientos que soplan, la postura de Maduro no hace más que acelerar su suicidio –así se mantenga algún tiempo más mandando–, porque sus recursos se agotaron. Ni los rusos ni los chinos van a meter sus manos en el fuego por él. Le quedan sólo las bandas criminales con las que opera … y los oficiales corruptos del Alto Mando Militar.





El terrible problema para Venezuela con el suicidio que Maduro se ha provocado con su intemperancia criminal es que no lo afectará sólo a él; terminará como el del piloto alemán que estrelló a propósito su avión cargado de pasajeros contra un macizo alpino. Permanecer un tiempo más en el poder tendrá un espantoso costo para el país, sobre todo en estos momentos en que avanza la pandemia del COVID-19- en un ambiente de devastación, miseria y ruindad “socialista”.

Nuevamente, el fiel de la balanza está en manos militares. Por lo que se desprende de la propuesta –tomando en cuenta la imputación del Depto. de Justicia de los EE.UU. contra Maduro y otros altos personeros por narcoterrorismo—hasta los militares indiciados podrían salir beneficiados. Presumiblemente, encontrarían un marco más favorable para afrontar sus deudas con la justicia. Los más criminales, narcotraficantes, torturadores y asesinos de manifestantes, no salida claro está. Pero intuyo que una amplia franja grisácea de oficiales con distintos grados de complicidad con la mafia gobernante –más allá de los militares honestos que me niego a creer que no existan–, podría estarse jugando su futuro.

El Titanic fascista se hunde irremediablemente, A los militares les llegó la hora de escoger cómo quieren ser recordados por los venezolanos: cómo los que proporcionaron los salvavidas para que el país no terminara de hundirse en el abismo, o como los que los llenaron de plomo para que sí lo hiciera.

“Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”.
Desmond Tutu, clérigo Sur Africano, luchador contra el apartheid.


Humberto García Larralde, es economista, profesor (j) de la Universidad Central de Venezuela, humgarl@gmail.com