Juan Pablo García: TIAR sanitario

Socio fundador, Uruguay se ha retirado recientemente de TeleSur, porque así lo decidió el nuevo gobierno. Digo esto, porque esa transnacional de los medios, construida a punta de petrodólares , por supuesto, venezolanos, ha anunciado con bombos y platillos la llegada de una misión de especialistas cubanos para tratar de detener el coronavirus desde Caracas. Luce obvio que nada se sabe ni sabrá respecto a la cárcel isleña, como tampoco se sabe de lo totalitarismos que quedan en pie por el mundo. A China no le quedó más remedio que avisar del problema, imposible de callarlo y de reprimirlo fronteras adentro. pero toda dictadura busca silenciar sus estragos, así se mueran miles de personas. Sólo las democracias liberales comparten inmediatamente sus éxitos y fracasos. ¡Ay de quién mienta en el ejercicio de la autoridad! Para ello hay prensa libre. Y éste dato no lo podemos jamás olvidar, ya que marca grandes diferencias.

Los médicos cubanos tienen mas de veinte años en la Venezuela que, no por casualidad, vuelve a las viejas enfermedades que, al finalizar el siglo XX, estaban dominadas y reducidas al máximo. Principalmente, constituyeron la cabeza de playa de una invasión paciente de carácter militar y de los servicios de inteligencia. Muy poco o nada, ha sido el aporte. Lo que es peor, tienen una formación académica por debajo de la nuestra. Con los que he podido hablar en mi Monagas querida, así lo reconocían. Pero de nuevo ocurre lo que tantas veces: como una gran cosa, Nicolás Maduro transmite a los cuatro vientos que llegó la misión médica cubana. Eso sí, con los gastos superpagos y quién sabe cuántas otras concesiones hechas a Díaz-Canel que cuida de los objetivos geoestratégico que empeñan su mano por la presidencia del Consejo de Estado y la preeminencia en el Partido Comunista Cubano de la mano de Raúl Castro. ¿Qué corrobora el gesto estridente y mil veces repetido de bienvenida? No otra cosa que el total desprecio al médico y a la medicina venezolana. La que todavía queda, ejercida con gallardía a pesar de las terribles circunstancias que la apremian. Por supuesto, muchos de nuestros compatriotas han debido irse del país buscando salvar a sus familias y, otros muchos, se han quedado procurando ayudar en todo lo posible. Los reales (eso es importante para La Habana), todo el apoyo y el respaldo es para los camaradas. Para los nuestros, un salario inhumano, sin equipos, medicinas y otros insumos, relegados por muy especialistas que sean, alejados de cualquier perfeccionamiento académico y, faltando poco, negado todo boletín epidemiológico que pueda orientarlos. Desde la propia universidad han matado la vocación médica. No hay presupuesto ni laboratorios para a investigación y, como si faltara un detalle, lo que queda está en manos del hampa común, de los recurrentes actos vandálicos, de la ignominia de quienes desesperan desde Miraflores por acabar con la universidad autónoma.

El enunciado apunta a la necesidad de un esfuerzo multinacional de ayuda a Venezuela, aunque parezca paradójico, para que nuestros médicos sean reconocidos, puedan ejercer su profesión en paz y contribuir a la salubridad pública que está hecha pedazos. Nuestro médico, nuestra enfermera, no logra desempeñarse a solas en hospitales y clínicas por falta de condiciones, expuestos a los peligros del régimen. Ojo, el médico y sus familiares, incluidos. Sin embargo, vayamos más allá. Las condiciones sanitarias son absolutamente deplorables en Venezuela. Los socialistas lograron el contramilagro de un desastre nunca visto. Por consiguiente, ese esfuerzo multinacional ha de incluir aspectos nada convencionales que profundicen en el Principio de la Responsabilidad de Proteger (187, 11 constitucional) y permita hablar de un TIAR Sanitario. Hasta ahí llegarán los bombos y platillos de TeleSur, por cierto.