Luis Velázquez Alvaray: Pequeño homenaje a mi Tía Grande

Luis Velázquez Alvaray: Pequeño homenaje a mi Tía Grande

Tanto dolor estas líneas, pero Dios me ayudó. Chela siempre ofrecía sus inmensos ojos de ilusión. Mujer soñadora, de pasos firmes. De abrir caminos donde nadie se atrevía. Valiente. Para uno de tantos momentos especiales, te enviamos estos globos que hoy llenamos otra vez, con la fuerza que enseñaste:

Fuerte presencia para resolver. Siempre ofrecía soluciones a nuestro entorno. Voz de mando y todo regresaba a su cauce. Pero también su particular manera. Decía Mamá Amelia: “Chela es una guerra para que traiga los peroles de la cocina. Traía otros o ninguno…y Doña Amelia rezongaba…”.

Sus manos prodigiosas, construían sabores hasta en medio del rio de las limitaciones. Con poco hacía mucho. Transformaba lo que tocaba en delicias para nuestros paladares infantiles. Resultados siempre: Jugo de frutas sin casi frutillas, chocolate con poco cacao.





Con limitaciones forjaba delicias gastronómicas, naturales y perfectas.

Sus manos eran un manantial, diseñada para traernos felicidad.

Hasta con la alacena triste, ella tomaba fuerza para hacer comida real, para todos, para los que estábamos y para los que llegaran; nadie sabe esos secretos, pero todos bien comidos. Su carisma sobre el delantal rutilaba como una estrella cuando todo era confusión. Era extrañamente libre.

Su mundo interior, ajeno a artilugios, tomo siempre como insignia revivir el ritual familiar; sus sueños cumplidos fueron muchos. Vernos otra vez ha quedado en el camino, pero con la seguridad que nos encontraremos, como seguro ahora con el hijo, padres, hermanos, -tantos que han esperado sus brazos que ahora le damos prestados-, junto a sus besos, sus palabras y gestos de amor.

Es el momento de retratar en el fondo de nuestra memoria sus recuerdos, sus alegrías, sus luchas continuas, que se reflejan como un espejo ante nosotros.

Estamos convencidos que fue una vida luminosa.

Esta foto de mi despedida muestra su mirada profunda. Intuía que el viaje sería largo y de dificultades: “Hijo Usted no está solo, cuide su Familia, Nosotros todos estamos pendientes, y el año que viene será mejor”. Lo dice en esa mirada y lo repitió el 31 de diciembre del año concluido (2019).

“Mi amor te quiero mucho. Te queremos mucho, a los muchachitos, a Benji, a Juan. Cuídalos mi Amor, son tu Tesoro”.

A partir de esa mirada irradiaba caminos, esperanzas, valentía.

Sus ojos resumen una Vida prodigiosa, la miro de cierta distancia para escribir, pero se acercan esos dos rayos de luz.

Chela, Hermosa Chela. Corazón radiante, Chela.

No puedo más con estas lágrimas, es un océano de recuerdos de la Tía Grande.

El camino Chela.

Lo construyó con Hidalguía y es la ruta que queda.