Recordando el golpe del 24 de noviembre de 1948

Recordando el golpe del 24 de noviembre de 1948

A 71 años del golpe de Estado en contra del Presidente Rómulo Gallegos todavía se tejen discusiones no sobre la traición de Carlos Delgado Chalbaud, sino acerca de las motivaciones reales que llevó a un grupo de jóvenes oficiales de la Fuerza Armada de Venezuela a interrumpir la breve gestión de un gobierno que se había convertido en el primero electo por votación secreta, directa y universal en la historia de Venezuela.

Por Vinicio Díaz Áñez / lagranaldea.com

En la víspera del inminente golpe de Estado que se fraguaba contra su gobierno, el aún presidente Rómulo Gallegos Freire mantenía la certeza de que su Ministro de Defensa, y amigo personal, el entonces coronel Carlos Delgado Chalbaud, no se prestaría a encabezar el movimiento de jóvenes oficiales descontentos con su gobierno, el cual mantenía encendida la mecha de la sublevación en la mayoría de los cuarteles en el país desde el mismo inicio de su mandato el 15 de febrero de 1948.

Mientras a Caracas la envolvía los rumores del golpe por todos lados, al presidente Gallegos le costaba asimilar que aquel joven militar de 41 años, de gestos educados y amables obtenidos por sus estudios en París, ahijado de Juan Vicente Gómez, conocedor de la literatura de su tiempo, y con quien trabó una estrecha amistad en el otoño de 1932 al hospedarlo en su residencia de Barcelona, en aquella España de la Segunda República, junto con su joven esposa rumana de ideas comunistas, sería capaz de traicionarlo.

Y es que Carlos Delgado Chalbaud le había jurado lealtad incondicional no solamente horas antes de que la alevosa conjura que estaba en desarrollo se consumara de manera definitiva, sino desde el mismo momento en que lo juramentó junto con sus colaboradores civiles como Ministro de la Defensa en el acto de su toma posesión presidencial, realizado nueve meses antes.

Estaba de por medio el agradecimiento de haberlo recibido en Barcelona donde los lazos de amistad se trenzaron en las tertulias matinales degustando un frugal desayuno catalán, en los modestos almuerzos con algunas recetas de la gastronomía venezolana, y en el recuerdo imborrable de las tranquilas tardes en las que Teotiste de Gallegos, esposa del escritor, consentía a los ilustres huéspedes con una merienda de galletas polvorosas salidas de sus frágiles y bondadosa manos, y que solía acompañar con un oloroso café español.

Esa “lealtad” la había confirmado Delgado Chalbaud dos días antes frente al propio Gallegos cuando éste último lo invitó a que se presentara en su residencia familiar, lugar donde el presidente se mantuvo aislado desde el 15 de noviembre por sugerencia de las fuerzas militares mientras se desarrollaban las conversaciones que mantenían sus colaboradores de Acción Democrática con el grupo de militares sedicioso para tratar de llegar a un acuerdo político, el cual Gallegos nunca aceptó.

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