Fausto Pretelin Muñoz De Cote: El beso del diablo, el amor de Maduro

Fausto Pretelin Muñoz De Cote: El beso del diablo, el amor de Maduro

El régimen venezolano declara su admiración por AMLO

Nicolás Maduro declara su amor por México y Argentina porque el plan del Grupo de Puebla (descrito en esta columna el pasado jueves 31 de octubre) surge, ex profeso, para tratar de equilibrar al Grupo de Lima, es decir, para defender su dictadura a través de una etiqueta aterciopelada llamada “frente progresista”.

El lenguaje es la primera víctima de toda dictadura.





El fin de semana Nicolás Maduro no logró esconder su amor ideológico por Yeidckol Polevnsky. La dirigente de Morena juega una especie de diplomática en la sombra en materia de América Latina; en la sombra o subterránea porque no tiene funciones dentro de Relaciones Exteriores, pero sí articula su proyecto personal y probablemente compartido por el presidente mexicano.

Ella fue designada por AMLO para animar al Grupo de Puebla bajo el patrocinio del político chileno Marco Enríquez-Ominami.

Desde La Habana, Maduro gritó con euforia su amor por dos países: México y Argentina, en un “frente progresista” que luchará contra el “neoliberalismo” implantado por el “imperio” estadounidense. El beso del diablo.

AMLO se desmarcó del beso del diablo, pero los signos que ha enviado a través de su política exterior han ilusionado al dictador: invitación a su toma de posesión, creación del Mecanismo de Montevideo, salida del Grupo de Lima, silencio ante el reporte de la ONU sobre la violación de derechos humanos del régimen y creación del Grupo de Puebla, entre otros gestos).

El presidente López Obrador sabe que el beso del diablo podría descarrilar la aprobación del acuerdo comercial con Estados Unidos. El presidente hizo explícito su temor: “No es para presumir, pero lo mismo que está diciendo el presidente Maduro lo está diciendo el presidente Trump. Hace cinco días el presidente Trump volvió a hacer referencia al apoyo que tiene del gobierno de México en el tema migratorio y se refirió en términos muy respetuosos a nosotros”. Sin embargo existe una diferencia entre Trump y Maduro. El estadounidense fue electo en las urnas. Maduro, no es reconocido por 60 países.

No es difícil realizar una conjetura sobre lo que analiza la Embajada de Estados Unidos en México. ¿Quién representa a la verdadera política exterior de AMLO? ¿Polevnsky y los románticos antiyanquis?

El discurso de Maduro no fue casualidad. Su amor por AMLO y Alberto Fernández lo declaró en La Habana, su carpa predilecta para lanzar anuncios de política exterior.

El Granma replicó sus palabras de amor: “Un segundo frente, que se levanta en el horizonte de América Latina, que es brillante y hermoso, está en el presidente López Obrador”.

Fue Nayib Bukele el que arruinó el fin de semana de Maduro. El presidente salvadoreño requirió de una decisión y un par de tuits para regresar a Maduro de la euforia ficticia a su triste realidad.

“Más respeto, señor @NicolasMaduro, habla de un presidente electo democráticamente, a diferencia suya (…) En El Salvador, sin estar sobre mares de petróleo, un rollo de papel higiénico no nos cuesta el salario de un mes”. Se trata de un sencillo tuit cargado con duras verdades.

El beso del diablo retrata la política exterior de México en momentos delicados en América Latina.


Fausto Pretelin Muñoz De Cote es editor y columnista en El Economista (México)

Publicado originalmente en El Economista (México) el 5 de octubre de 2019