Magia negra y sacerdotes sin acceso a los detenidos: La religión en el centro de tortura de la Dgcim del régimen

Magia negra y sacerdotes sin acceso a los detenidos: La religión en el centro de tortura de la Dgcim del régimen

Monseñor Benito saluda a Nicolas Maduro cuando fue ascendido a coronel

 

Muchos detenidos y sus familiares se preguntan por qué en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) no se les permite el ingreso de La Biblia, de rosario o estampitas cristianas, menos aún reciben la misa o el culto por parte de algún pastor o sacerdote. Todo lo religioso está vetado. Entonces, ¿a quién presta servicio el sacerdote en un centro donde se tortura y se violentan los más elementales derechos humanos de los detenidos civiles y militares? Así lo reseña infobae.com

Por Sebastiana Barráez

El cura Manuel Chávez de la Iglesia Católica estaba destacado para la Dgcim, nombrado por la Capellanía Militar, adscrito al Ministerio de la Defensa. Se supone que su función es ser guía espiritual para quienes están en la sede central de la Dirección de Inteligencia en Boleíta Norte, Caracas. Él está bajo la jurisdicción del Obispo Militar Monseñor Benito Adán Méndez Bracamonte.

Localizamos al sacerdote Chávez a quien le preguntamos por sus funciones en la Dgcim, pero se excusa diciendo que “estoy de reposo por un accidente, me operaron de la pierna y estoy en casa. Ya no estoy prestando mis servicios allí, ni siquiera estoy en Caracas, porque estoy en mi casa en un pueblito fuera de la capital”.

Le insisto en que puede decirnos cuáles eran sus funciones en ese centro de Inteligencia Militar y quien lo sustituyó, pero se limita a decir “tengo tres años desde el accidente y no he podido reintegrarme a mis labores de servicio porque no me puedo mover. De verdad estoy alejado. Y no sé nada de Caracas. Estoy cuidando de mi salud”. Y se despidió.

Ante esa situación acudimos a preguntarle a Monseñor Méndez Bracamonte, tercer Ordinario Militar, quien dice que en efecto Chávez sufrió un accidente automovilístico y que durante su recuperación lo estuvo sustituyendo “uno y otro capellán”.

Al preguntarle sobre la actividad que cumple el sacerdote en ese sitio, que es un centro de tortura, reconoce que “allí en Dgcim la actividad pastoral está muy limitada ya que no le permiten ni siquiera al capellán tener acceso a los detenidos”.

¿Entonces qué hace el sacerdote? “Solo se hace catequesis a los hijos de los empleados y personal de tropa que no ha recibido sacramentos de iniciación cristiana. Y la Eucaristía cada 15 días”, dice monseñor Benito Méndez.

Una imagen del monseñor Benito Méndez en los Tribunales Militares

 

El altar

Aunque el Jefe de Investigaciones de la Dgcim, coronel (Ej) Hannover Esteban Guerrero Mijares tiene prohibido el ingreso de figuras religiosas cristianas, sí es afecto a las ciencias ocultas.

“Tiene un altar en su oficina”, confiesa una mujer que estuvo allí detenida y que fue llevada a su presencia luego de una trifulca interna. “Tiene deidades extrañas, algunas muy negras, con unos collares de colores. Aterrada vi de reojo el altar, mientras él me increpaba amenazante. Alcancé a ver la foto de Tamara Sujú rodeada de velones”.

Cuando el coronel vio que la detenida estaba asustada se soltó a reír. “Yo acepté todo lo que me dijo porque solo quería salir de ahí. Eso es magia negra o cosa de santería que trajeron los cubanos”, confiesa la mujer que agradece haber salido de esos inmundos sótanos.

Sí a cada tortura

No hay dudas de que en la Dgcim se tortura. La periodista Mariana Reyes en su programa Código 58, al entrevistar al general Manuel Ricardo Cristopher Figuera, ex jefe del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) y quien fuera sub director de la Dgcim desde el 2017 hasta 2018, le preguntó si en los centros de reclusión hubo torturas.

¿Golpes? “Sí ha habido”, responde.

¿Electrocuciones? “También ha habido”.

¿Colgamientos? “Estamos hablando de centros de reclusión donde el Estado… (tartamudea) deberíamos ser más serios. Recientemente en Portuguesa hubo la muerte de unos reclusos, ha sido repetitivo el hacinamiento”.

Tras expresarle que no es justo no hablar de centros donde él estuvo, la periodista continuó con las preguntas:

¿Ahogamiento con agua? “Si”, respondió Cristopher. ¿Ahogamiento con gas lacrimógeno? “Si, ha habido denuncias”. ¿Arrancamiento de uñas? “Si”. ¿Asfixia mecánica? “También”. ¿Corte de los pies con hojillas? “Todas esas cosas”. ¿Latigazos? El general asienta con la cabeza.

¿Violaciones sexuales? “Bueno, no tengo esa información. Tuve la ocasión de hablar con una señora que estuvo privada de libertad en El Helicoide y me contó un testimonio dantesco de que ella fue abusada por unas funcionarias”.

Otro aporte importante es cuando Mariana Reyes le pregunta a quiénes, además de Nicolás Maduro, mencionaría como responsables de las torturas. “Al coronel Franco Quintero, al mayor Gramko Arteaga, a Sánchez Labrador, al comisario Calderón, a esas personas, aunque seguramente hay más”.

La periodista le preguntó entonces por otros nombres. ¿Hannover Guerrero? “Sí, está Hannover”. ¿Néstor Neptalí Blanco Hurtado? “Sí, el capitán Blanco también”. ¿Teniente Abel Angola García? “Sí”. ¿Capitán Jhonatan Eduardo Becerra Requena? “Yo le menciono a quienes yo sé”, le dice finalmente el general.

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