ALnavío: Cómo un conflicto escala hasta convertirse en una guerra de aniquilación

ALnavío: Cómo un conflicto escala hasta convertirse en una guerra de aniquilación

La Guerra de Troya se convirtió en una guerra de aniquilación / Foto: WC

 

La Guerra de Troya fue una confrontación prolongada y de desgaste, que de manera gradual se convirtió en una guerra de aniquilación. El conflicto duró diez años, un extenso período de tiempo para una guerra, en especial si tomamos en cuenta que la expedición aquea desplegada ante Troya se hallaba lejos de sus lugares de origen. Fue un conflicto que se estancó, y que a pesar de todos los esfuerzos de ambos bandos no alcanzaba resolución. Así lo reseña alnavio.com

Por Aníbal Romer





Llegado el décimo año de combates, el jefe aqueo Agamenón evaluaba así el escenario: “los maderos de las naves están podridos y su cordaje deshecho, y nuestras esposas e inocentes hijos acaso nos aguardan sentados en palacio, mientras que la tarea por la que vinimos aquí permanece aún sin cumplir”.[i] Es posible que del lado aqueo la guerra no haya empezado con el objetivo explícito de exterminar a los troyanos, asunto que no queda claro en la Ilíada, aunque en la Grecia Antigua muerte y esclavitud eran con frecuencia los destinos que aguardaban a los vencidos.[ii] Se trataba de restituir a Helena a su esposo legítimo y restaurar el orden vulnerado, a consecuencia una potente pasión erótica. La pregunta que cabe hacerse, la pregunta que todos los lectores de la Ilíada nos hacemos es: ¿Por qué los troyanos no entregaron a Helena y apartaron a Paris, admitiendo la falta y aceptando la simple y practicable solución legal, devolviendo a Helena con las compensaciones del caso?[iii]

Creo que el poema procura que admitamos que en esa larga y costosa conflagración actuaban fuerzas irracionales, y que pasiones violentas y difícilmente controlables acabaron por dominar los destinos de los combatientes. Con admirable pericia literaria Homero logra describir un proceso de escalada paulatina de la guerra, es decir, de intensificación de los niveles de violencia empujada por la sed de castigo y venganza, contra enemigos a quienes se ha llegado a odiar. El poema expone cómo la violencia engendra más violencia, cómo la guerra va adquiriendo un ímpetu propio que la desliga de cálculos y objetivos precisos, y cómo el aumento de los costos en vidas y recursos produce en cada bando una profundización de los compromisos y pasiones vinculados al honor, la vergüenza y el miedo. Ello se manifiesta de la parte aquea en el deseo de no retornar con las manos vacías, y de la parte troyana en la voluntad de no someterse a un enemigo percibido como despiadado. A raíz de ello los intentos de detener la guerra no sólo son infructuosos, sino que complican las cosas y aceleran la escalada de violencia.

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