El River-Boca que no fue: Los momentos clave de un bochorno mundial

El River-Boca que no fue: Los momentos clave de un bochorno mundial

RIVER BOCA Final de la Libertadores 2018
foto MARCELO CARROLL

 

 

La final del mundo, ese pomposo rótulo que eligió el marketing y que avaló Gianni Infantino para el River-Boca de la Copa Libertadores, ni siquiera estuvo a la altura de un picado de barrio. El partido soñado, el Superclásico más importante en 110 años de historia, el que captó la atención a nivel internacional y contó aquí mismo con la presencia del titular de la FIFA, volvió a ser postergado.

Daniel Avellaneda/Clarín

Lo anunció el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, cuando ya había muchos hinchas en el Monumental. Y citó a Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio para una reunión urgente este martes a las 10 de la mañana en la sede de Luque, Paraguay.

Hay que transitar la ruta de ripio que desembocó en la postergación de un duelo que, por ahora, tiene fecha incierta, aunque podría disputarse el sábado 8 de diciembre. Basta una mirada retrospectiva y diez razones para contar por qué la Superfinal del máximo torneo continental pasó a ser un bochorno mundial, sin precedentes.

1) Operativo policial deficiente y emboscada de la barra de River

El secretario de Seguridad porteño, Mauricio D’Alessandro, reconoció que hubo una falla en la logística e inició un sumario administrativo para determinar por qué no se encapsuló el micro de Boca. En definitiva, el ataque al vehículo que transportaba a los jugadores rumbo al Monumental fue el origen de todos los problemas. Un grupo de violentos vinculados a Los Borrachos del Tablón le tiraron adoquines, botellas y gas pimienta al ómnibus. Se rompieron los vidrios y Pablo Pérez y Gonzalo Lamardo terminaron con problemas oculares. Y por los gases, hubo jugadores mareados y con vómitos.

Se sospecha que la agresión estuvo orquestada y tuvo que ver con el allanamiento que se hizo el viernes en el domicilio de Caverna Godoy, uno de los capos de la barra. Se secuestraron 7 millones de pesos y 250 entradas para su reventa.

2) Discrepancias médicas

Boca entró al vestuario visitante atribulado, cargado de impotencia y bronca. Y la amenaza de no salir a la cancha empezó a tomar cuerpo. Conmebol envió a sus doctores a constatar la lesión de Pérez, fundamentalmente. Y según lo firmado por el titular de la comisión médica del organismo sudamericano, Osvaldo Pancracio, más allá de la irritación que sufrieron varios futbolistas en la piel, no había razones suficientes para suspender la final. Jorge Batista, facultativo xeneize, acompañó al capitán y al juvenil Lamardo al sanatorio Otamendi.

3) Rosca y presiones

Mientras Pérez viajaba a la clínica, los dirigentes eran protagonistas de reuniones calientes. Infantino y Domínguez bajaron del palco y se juntaron con Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio. Los presidentes de Boca y River discutieron. “El fútbol no para. Hay que jugar”, disparó el suizo que conduce los destinos de la multinacional de Zurich. Hubo un ida y vuelta picante.

4) Desborde afuera y preocupación en las tribunas

Se cerraron las puertas para evitar que ingresaran los hinchas que no tenían entradas y que violaron el control policial. Seis horas estuvieron retenidos. Dos veces se cambió el horario de comienzo. De las 17 a las 18 y de las 18 a las 19.15. A las 19.25 se suspendió. Y cuando la gente quiso irse del estadio, se encontró con energúmenos que quisieron entrar de prepo a la cancha. Según fuentes del Ministerio de Seguridad, calculan que hubo “20 mil personas sin localidades”. Apenas se registraron 30 detenidos por resistencia a la autoridad. Hubo 26 demorados por distintas contravenciones.

5) Gallardo y Guillermo, de acuerdo

Los técnicos no se vieron hasta el anochecer del sábado, cuando los hinchas ya habían desconcentrado el estadio y los futbolistas de Boca se asomaron al campo de juego. Pero ambos coincidieron. Mientras el Muñeco se reunión con el vicepresidente Jorge Brito y le pidió no jugar el partido bajo esta coyuntura, el Mellizo le insistió a Angelici que no estaban dadas las condiciones de jugar. Los futbolistas también. A esa altura, Pérez regresó a Núñez con un parche en el ojo.

 

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