Tras la firma de la paz, en La Montañita ya no se oye el silbido de las balas

Tras la firma de la paz, en La Montañita ya no se oye el silbido de las balas

(foto @RestitucionC)
(foto @RestitucionC)

 

Un año después de la firma de la paz, en La Montañita, un pequeño y antes convulso municipio del sur de Colombia, la tranquilidad empieza a ganar terreno y sus habitantes guardan en el recuerdo las horas de zozobra y el silbido de las balas del conflicto.

“Antes estábamos en pura violencia”, dijo a Efe Rosalba Méndez, quien a sus 61 años celebra que ahora puede tener las puertas de su casa abiertas “hasta por lo menos las ocho, nueve de la noche” y no como antes, cuando bajo un tácito toque de queda, debían resguardarse antes de las seis de la tarde.





La paz, de la que el presidente Juan Manuel Santos y el líder de la FARC, Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, fueron protagonistas en el Teatro Colón de Bogotá, toma vida en las calles anchas y enmarcadas por casas amplias de La Montañita, cuyos habitantes admiten que sus días transcurren con mayor sosiego.

“Uno que sufrió el conflicto y que oía cómo silbaban las balas por acá por estos lados, no es que francamente diga que ya está relajado (…) pero sí tiene un poquito más de tranquilidad”, añadió esta mujer, cuyo hijo tuvo que salir del municipio a los 16 años después de que lo amenazaran con reclutarlo para la guerrilla.

También Héctor Paredes, de 63 años, opina que el orden público ha mejorado “harto” y recuerda que se salvó de morir junto a su familia luego de que los agarraron “a plomo” una de las tantas veces que viajaron de su finca a este pueblo del departamento del Caquetá.

“Le quedan a uno todas las secuelas”, confesó con cierta resignación este productor agropecuario, quien aseguró que en adelante espera que “lo que se promete que lo cumplan”, especialmente la construcción de vías -vital en su caso para transportar la leche desde su finca- y la electrificación.

Para el alcalde de La Montañita, José Leonel Guarnizo, este municipio fue en el pasado escenario de desplazamiento, del sufrimiento de las víctimas, de minas antipersona y de cultivos ilegales.

“Los alcaldes no podían salir de las alcaldías, operaban desde la capital de departamento (Florencia)”, recordó a Efe Guarnizo, e indicó que dos de sus antecesores José Ipsen Fierro y Arnulfo Silva Cabrera, fueron asesinados en el 2000 y 2002, respectivamente.

“Para nosotros ha sido un cambio total, se está viendo la paz en los territorios”, agregó el funcionario, quien este viernes hizo de anfitrión del presidente Santos, que visitó esta población de cerca de 30.000 habitantes y donde 8.473 se han registrado ante las autoridades como víctimas del conflicto.

Santos fue recibido con emoción por los montañitenses, que vestidos con camisetas blancas con el mensaje “Construimos paz”, engalanaron sus calles y exhibieron los productos elaborados en pequeños proyectos apoyados por el Gobierno en los que participan cada vez más lugareños.

A La Montañita también llegó John Freddy Doria desde la lejana localidad de Turbo, en el noroeste del país y fronteriza con Panamá, beneficiario de la Unidad de Restitución de Tierras y quien encabeza un proyecto de siembra de plátano y maracuyá, así como de ganadería y cría de peces.

“Ahorita nosotros sembramos con la esperanza de recoger, anteriormente sembrábamos y no sabíamos si íbamos a recoger”, resumió este hombre, quien se sobrepuso a 12 años lejos de su tierra por temor a los paramilitares y ahora retornó esperanzado en una empresa familiar y con el sueño de que sus hijos sean profesionales.

Otra beneficiaria es Ruby Esperanza Narváez, quien viajó desde el Tablón de Gómez en el departamento de Nariño y relató a Efe que la violencia les causó a ella y su familia “mucho dolor” y los obligó a desplazarse en dos ocasiones por amenazas.

“Ya no tenemos ese miedo de que de pronto se lleven a nuestros hijos (…) Nuestra vida ha cambiado mucho en este año de paz”, dijo esta mujer dedicada al cultivo de café, y quien en el acto por el primer año de la paz aseguró que en su corazón “ya no hay espacio para el dolor y el sufrimiento sino para la paz”. EFE