Juan Guerrero: Franquicia en bancarrota

Juan Guerrero: Franquicia en bancarrota

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El proyecto para internacionalizar la revolución bolivariana, como franquicia, resultó un fracaso que está claro, como la luna llena. Hoy nadie duda que semejante idea ha terminado y llevado a su principal fuente de financiamiento, Venezuela, al colapso total como nación.





Resulta curioso que otros países que en su momento se lucraron con los aportes venezolanos, como Bolivia, Nicaragua, Haití, e incluso, Cuba, se encuentren en mejores condiciones socioeconómicas, diplomáticas y hasta políticas.

El fracaso del socialismo Siglo XXI venezolano, creo, es comprensible porque, sencillamente, es imposible adelantar proyecto social alguno y menos económico, con marginales y lo que es peor, con una mentalidad marginal hecha Estado.

Y eso parece ser lo ocurrido en Venezuela. Nunca, jamás existió una V república, ni conceptualmente ni menos en su edificación de obras ni modelo educativo ni hombre nuevo. Lo que hemos visto es la prolongación de un proceso de degeneración sociopolítica, que culminó en 1998 con el advenimiento de un grupo de militares, quienes se aliaron con dirigentes izquierdistas y fueron financiados por banqueros y otras caras aun ocultas, para copar las débiles estructuras del Estado y asaltar sus instituciones, como PDVSA, las industrias de Guayana, entre otras.

Así las cosas, lo que hoy presenciamos es la absoluta desbandada, por un lado, de quienes terminaron de desmantelar el Estado, mientras una dirigencia opositora medra y se embarra en su incapacidad para asumir un verdadero liderazgo que sea opción clara y diferente ante los ciudadanos, que ven imposibilitados para actuar cómo se diluye el país.

En los actuales momentos Venezuela está sostenida por el cerco militar-policial y los diferentes grupos paramilitares que se han dividido el país. Unos estados pertenecen a grupos militares, otros a grupos del Psuv, otros más a bandas criminales, mientras a través de terceros (especie de aguantadores) llegan “regalías” hasta dirigentes opositores. Pues el compadrazgo y “la misma sangre” se confunden entre apellidos.

Lo terrible y doloroso es que a cada momento mueren seres humanos y esas muertes, por hambre, por falta de insumos médicos, por inseguridad, pudieron ser evitadas. Esa es responsabilidad del Estado y del régimen.

Sin embargo, y así las cosas, el régimen del presidente Maduro se acerca peligrosamente al totalitarismo y para ello, muestra otra característica en su control social. Una ley contra el odio. Todos los regímenes totalitarios en su momento han ensayado esas y otras leyes, disfrazadas de bondades, para mantener a los ciudadanos como seres acríticos y ensimismados en sus tragedias personales. En los regímenes totalitarios mientras el ciudadano deje de protestar, tanto mejor.

La brutalidad y la mentalidad marginal son dos aliados en todo régimen totalitario. Y en Venezuela hay una extensa población, dolorosamente, lanzada a ese hueco oscuro y fétido. Apenas se les alimenta con una caja-clap que les llega de tanto en tanto. Pero hasta esas dádivas tienen sus días contados. Pronto, en pocos meses ya el Estado no podrá seguir repartiendo sus miserables raciones a una población que sobrepasa el 85% en situación de pobreza.

La Venezuela del siglo XXI está absolutamente empobrecida y sometida a la mayor incertidumbre, desde mediados del siglo XIX, cuando estaba en guerra. Pero al menos se sabía que había una guerra. Aquí nadie sabe lo que ocurre ni por qué ni cuándo saldremos de este marasmo.

Además, la emigración de estos años es la más grande movilización de venezolanos que se han ido del país. Esa inmensa población está conformando una compacta muralla de auxilio para ayudar a mitigar el hambre y aliviar el dolor de enfermedades de sus familiares y amigos, a más de ser fuente de entrada de divisas, muy a la cubana.

Mientras el régimen neo totalitario de Maduro se desvanece gradualmente y el liderazgo opositor drena sus incapacidades y sinvergüenzuras, van apareciendo formas de organización social y política, independientes de partidos y del Estado. Son movimientos vecinales de auxilio, de solidaridad, que dan su aporte y acompañan y amparan la tristeza del venezolano. Formas, estructuras donde la venezolanía se resiste a entregarse y ensaya nuevas maneras para enfrentar a un Estado moribundo, sanguinario y despiadado en su final.

(*)  camilodeasis@hotmail.com   TW @camilodeasis   IG @camilodeasis1