Enderezar el rumbo, por Leonardo Morales

Enderezar el rumbo, por Leonardo Morales

thumbnailleonardomoralesEsperar una semana para que con alguna sobriedad poder dar cuenta de lo sucedido en las pasadas elecciones regionales resultó innecesario por los acontecimientos que ahora estremece a la oposición venezolana.  Los que esperaban un resultado favorable hacen uso de la descalificación mutua para no responder a sus errores.

Los resultados no fueron los esperados. Muchos sorprendidos y agarrados fuera de base. Desde los dirigentes partidistas hasta avezados analistas políticos erraron en sus pronósticos. Los resultados sorprendieron a la oposición y al oficialismo. Ni uno ni otro estimaron ese resultado y, en todo caso, lo imaginaron al revés. Por cierto, en algún momento habrá que preguntar a los encuestadores sobre sus anuncios.

Pero estos resultados tienen una directa correlación con la política adelantada por el oficialismo y la oposición. El gobierno unificó esfuerzos, apaciguó cualquier conflicto y echo mano de las instituciones del poder, incluido el CNE, para vulnerar el derecho libre del ejercicio del sufragio.





Desde un inicio, las madamas del CNE actuaron en atención a las directrices del poder ejecutivo para hacer de este proceso profundamente injusto y parcial, quizá sea la convocatoria más parcializada que se haya vivido desde que se comenzaron a realizar comicios electorales con la regularidad que indican las leyes. Entre el CNE y el bufete gubernamental de la avenida Panteón tejieron un cuerpo normativo para emboscar a la oposición.

La oposición sabía todo eso, nadie se sorprendió. A pesar del ventajismo obsceno de los poderes del estado había que concurrir. Había demasiadas razones para imaginar un resultado electoral distinto, pero también había que tener prudencia por los falsos compromisos que la MUD o de algunos de sus asociados ofrecieron a los electores

Idea nickelodeon

Algunos señalaron y hasta se creyeron que el gobierno estaba caído y tomaron la calle para acelerar la partida de Maduro. Entre el plebiscito convocado por la MUD y la fecha para elegir la ANC ocurrirían eventos mágicos: los escudos no pararían las manifestaciones, las ballenas no descargarían su furia húmeda contra los manifestantes y, finalmente, éxtasis absoluto, la GNB se haría a un lado para permitir el ingreso de los entusiastas de la calle a las mismísimas oficinas de Maduro en Miraflores. Nada de eso ocurrió; Maduro no cayó y los admiradores de la calle no pasaron de Chacaíto. Vaya embarque, no fueron capaces de hablar con la verdad, mucha historieta, bastante ficción y poca razón.

Además de colmar las esperanzas con certidumbres inalcanzables, tampoco fueron capaces en respetarse entre ellos mismos. No fueron incluyentes y hasta pretendieron vetar a otros. Castigaron y lastimaron al propio liderazgo opositor. Demasiado sectarismo para un club que se caracteriza por la diferencia de sus socios: los partidos. Esta MUD que hasta ahora ha conducido la política opositora nos hacer recordar a Ramón Guillermo Aveledo y a Chuo Torrealba, pero no por sus similitudes sino por sus enormes diferencias, y ni se diga de los triunfos de los dos primeros respecto de los de ahora, cuyo estrepitoso fracaso pretenden no evaluar.

Los resultados deben servir para corregir y no para exaltar la malcriadez. Un liderazgo de altura se confronta y delibera con sus pares de pensamiento distinto porque con sus iguales es costumbre. Los pastores arrean ganando lo líderes construyen espacios para el acuerdo político.

@LeoMoralesP