Gustavo Tovar-Arroyo: “Mea –sobre la– culpa”

Gustavo Tovar-Arroyo: “Mea –sobre la– culpa”

Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr
Gustavo Tovar-Arroyo @tovarr

¿Auditar una elección?

La mayoría de los que hemos estado involucrados en la defensa del voto contra peste chavista, lamentablemente estamos en el exilio o presos.

Los pocos que no lo están y que permanecen en Venezuela, conscientemente, llamaron a la abstención para impedir una relegitimación de la dictadura. Sabían de qué hablaban.





Después del estrepitoso fraude del 30 de julio, habiendo la empresa Smartmatic (informante de la oposición) denunciado la gigantesca manipulación electrónica por parte de la dictadura, no había manera responsable de auditar el proceso.

Estábamos perdidos.

Todos para uno y uno para todos

Mal aconsejados, sospechosamente dirigidos y pésimamente asesorados por una fila de mediocres y bates quebrados intelectualazos del baño público venezolano (léase adefesio El Universal, el periódico “sin dueño” más caro del mundo) y por la encuestología (magia negra que deja mucho dinero a sus brujos), la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se aventuró a presentarse a las elecciones regionales sin capacidad de auditoría ni de defensa del voto. Cayeron torpemente en la trampa. Era previsible.

Incapaces, como son algunos de ellos (no todos), de organizar ni siquiera una piñata para sus carajitos, no entendían –no saben– que para ganarle una elección a la dictadura chavista no sólo tienes que tener los votos, sino que además tienes que estar dispuesto a dejar el pellejo para defender tu victoria: “Todos para uno y uno para todos por la libertad”.

¿Estaba dispuesta la MUD a hacerlo? No, no lo estaba.

Saltar al abismo

Fui parte del diseño estratégico y de la ejecución táctica que le metió medio palo a Chávez en las elecciones de la Reforma Constitucional de 2007, y que lo llevó a tumba. Fui uno de los que pisoteó el mito del “invencible”, además con máximo gusto.

Sé de qué hablo, no improviso como los borrachines (y borrachinas) que entre amalgamas retóricas y confusas galimatías de bachillerato (quizá lo peor es que creen que “escriben”) impulsan –sin saber de qué carajo hablan– a crédulos, ingenuos y ciegos a lanzarse al abismo electoral sin entender un ápice lo complejo que es defender el voto contra el chavismo.

Cuando integrantes de la MUD me llamaron para preguntar mi opinión sobre los mecanismos de defensa del voto e hice tres o cuatro preguntas, supe, de inmediato, que sería un desconsolador fracaso.

Al menos yo no saltaría al abismo, detesto las galimatías.

“Mea –sobre la– culpa”

La expresión latina mea culpa, que promueve la crítica sobre los errores que uno mismo comete, la autocrítica, en Venezuela significa otra cosa. Su literalidad orina venezolanamente sobre nuestra conciencia.

No puede ser, no, no puede, que seamos incapaces de observar cuando fallamos y cuando acertamos. No quiero despotricar –no lo haré– sobre aquellos que creyeron y creen en el voto, lo cierto es que sus razones republicanas tienen. El voto en tiempos de dictadura moviliza y activa a la población, pero su fin es uno: liberar al país de la tiranía no cohabitar con ella.

¿Nuestro voto cohabita o libera?

El sistema electoral fallido 

El pueblo venezolano ha hecho todo y de todo para liberarse de la dictadura. No se le puede pedir más. Caernos a machetazos –mea culpa– entre nosotros para achacarnos responsabilidad ya es inútil. Acusar al pueblo por haberse abstenido de votar es miserable. El pueblo no fue el responsable de la derrota; el responsable es el pervertido y fraudulento sistema electoral que tenemos. La MUD acertó señalándolo.

La lucha noviolenta contra una dictadura aspira a la ocupación de los poderes públicos por parte del pueblo. La victoria electoral que conquistó la Asamblea Nacional (AN) en 2015 daba una oportunidad única para cambiar legal y constitucionalmente todos los poderes públicos, para ocuparlos. Era potestad y deber de la AN escoger un nuevo CNE y un nuevo Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y no cumplió con su mandato constitucional. No lo hicieron (mea –sobre la– culpa).

La dictadura sabía que estaba contra las cuerdas, que estaba muerta, y se inventó arteramente la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y deshecho toda posibilidad de cambio republicano.

Venezuela está naufraga, tenemos que recuperar la orilla.

Volver a creer

Las elecciones en Venezuela durante la peste chavista nunca han sido justas ni transparentes ni libres. Nunca. Había mecanismos de presión popular para hacer que se respetaran medianamente los resultados, ya no los hay ni los habrá. Así como el Estado es fallido también lo es integralmente su sistema electoral.

Vivimos en dictadura, una dictadura que no es ortodoxa, que está dominada por el narcotráfico y por todas las mafias de negocios ilícitos del mundo (lavado de dinero, venta de armas, tráfico humano, etcétera). O nos unimos o nunca saldremos de esta desgracia. Voluntad Popular y Primero Justicia deben acercarse a la iniciativa de María Corina y Ledezma. Urge.

El único recurso de liberación que nos queda –no hay otro– es la rebelión popular masiva, nacional, total apoyada por la comunidad internacional; que nos apoyará.

Hay que volver a creer, hay que recuperar la confianza y la ruta. Pese a toda la frustración y la rabia, estoy convencido de que podemos lograrlo.

Yo todavía creo porque estás tú –vivo y coleando– que eres la verdadera y mejor Venezuela.

Sí, yo creo y creeré mientras tenga respiro.

Seguimos…

@tovarr