Leonardo Morales: Es la Constitución, es el 333

Leonardo Morales: Es la Constitución, es el 333

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El país dentro de pocos días entra en la fase final del más absoluto y profunda desmadre. No hace falta recurrir a conceptualizaciones politológicas para calificarla como tal, con lo cual será de más fácil compresión para un público no especializado.





Los sectores en pugna lo saben; viene un “choque de trenes” es una de las expresiones más utilizadas para caracterizar lo que nos viene, como que si fuera poco lo que ya se tiene y se vive. Dicho así, es previsible que lo que viene, el futuro, será, pues, mucho peor.

La cotidianidad, vestida de tragedia y de angustia, de manifestaciones, protestas, represión y muertos, ha hecho olvidar o, en el mejor de los casos, ha ocultado los detonantes de la verdadera crisis, personificándolo en la más despreciable gestión gubernamental que haya tenido Venezuela: el gobierno de Maduro.

La corrupción ha hecho metástasis en el cuerpo gubernamental y administrativo en todos sus niveles, cualquiera diría que se ha democratizado, todos como pirañas de franelitas rojas meten la mano en el erario público sin el más mínimo recato. El profundo daño que el gobierno ha asestado a la institucionalidad del país le ha permitido avanzar en la destrucción de los propios  principios morales y democráticos.

Maduro y su tropa quieran avanzar en la constitución de un régimen autoritario; la convocatoria de una Asamblea Constituyente impulsada con exigencias muchísimas menores a aquellas que hicieron posible la aprobación de la Constitución de 1999, pone de manifiesto el carácter autocrático de sus proponentes y de la intención de gobernar sin atender a la opinión de los ciudadanos. Pero Maduro a lo “Juan Charrasqueado”, sigue su curso repartiendo poder y cargos “donde hay”, entre los detentadores de la pólvora.

La ANC, si acaso se elige, podrá aprobar una nueva Constitución, pero su duración será efímera, sin legitimidad y sin apoyo social. En verdad, el resultado del proceso para violar la Constitución de 1999 que organiza el CNE, solo servirá para organizar un gran encuentro del partido de gobierno donde se ventilen y diriman sus diferencias internas.

En esas circunstancias, las pretensiones de esa reunión de psuvistas estarán muy lejos de procurar un proceso de entendimiento entre los venezolanos y, quizá, difícilmente se logren acuerdos entre ellos mismos.

A los venezolanos que racionalmente comprenden que un proceso de modificación, enmienda o cambio sustancial del pacto social exige de una amplia y larga deliberación, de extensa consulta de la sociedad, les corresponde enfrentar la pretensión del “charro” presidente de querer imponer una constitución legitimada, según el maquillaje que desde el CNE darán a la escasa y vergonzosa participación electoral.

Debe quedar claramente establecido que la única Constitución que se reconoce en el país es la aprobada en 1999, cualquier otra pretensión debe ser rechazada de acuerdo a lo establecida por ella misma, esto es: asirse al artículo 333 constitucional.

El “charro” ha dicho: “…lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas…”, amenaza de un autócrata al que habrá que advertirle, como al demonio con un crucifijo, que la Constitución obtenida por los votos, la mantendremos con el sufragio.

@LeoMoralesP.