Gónadas por Dulce María Tosta

Gónadas por Dulce María Tosta

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Las marchas y concentraciones populares acaecidas el 19 de abril, nos imponen hacer ciertas reflexiones acerca de lo que está pasando y puede pasar en esta Venezuela de hoy, que se muestra, ya no aletargada, sino a la altura del nombre de la novela de don Eduardo Blanco.





Durante años recientes se oyó decir que el pueblo venezolano había perdido su virilidad, que el tiempo y las comodidades derivadas del petróleo habían destruido el valor y el arrojo que lo llevaron caminando hasta Ayacucho o que hicieron posible el cruce de los Andes y la victoria de Boyacá; nos hicieron creer –quizás con intención aviesa– que héroes y heroínas pertenecían al pasado, que mujeres como Luisa Cáceres, Eulalia Ramos, María Campos y Josefa Padrón eran seres de un lejano pasado, sin conexión con el presente, como si sus genes se hubieran mudado de planeta o mutado en el laboratorio de sus sufrimientos.

No es descabellado pensar que fuimos sometidos –intencionalmente– a un proceso de destrucción de nuestro orgullo nacional, de desvinculación con los heroísmos pasados y de distorsión de nuestra verdadera historia. Los que hacen de la tiranía oficio, deben saber que un pueblo que haya perdido la fe en sí mismo es proclive a renunciar a sus derechos y fácil presa de sus pretensiones. Por el contrario, uno como el venezolano, cuyas andanzas heroicas le hubieran dado a Homero material para escribir varias Iliadas y muchas Odiseas, es difícil de sojuzgar, por no llamar insojuzgable.

Insufla alegría al alma ver a una mujer enfrentar, retadora, a una tanqueta de la Guardia Nacional; ponen brillo en nuestros ojos los muchachos que a mano limpia devuelven las bombas lacrimógenas con que pretenden someterlos; nos ahogan de orgullo los ancianos que recobraron el paso firme de sus años mozos y que portan el bastón de la vejez con mucha más dignidad que los generales su bastón de mando.

Algo sumamente importante sucedió el 19 de abril de 2017. Ese día –al igual que el de 1810- no logramos la libertad, pero nos pusimos en el camino correcto para alcanzarla; este 19 de abril nos encontramos a nosotros mismos, sentimos bullir en nuestras venas la sangre caribe y redescubrimos que nunca dejamos de ser el pueblo de Bolívar y Sucre, de Vargas y de Convit, de Bassil y de Redman. Esta convicción nos hace invencibles y aterra a los tiranos.

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