Alfredo Maldonado: No se equivoquen con la Iglesia

Alfredo Maldonado: No se equivoquen con la Iglesia

 

 

 





Una cosa es el Vaticano como mínimo pero poderoso Estado y otra la Iglesia como organización de seres humanos unidos por la misma fe. Una cosa es la jerarquía, el Museo Vaticano, los observatorios -el de astronomía y el periódico-, las fastuosas edificaciones clavadas en medio de Roma, la Guardia Suiza, los profundamente formados cardenales, obispos y sacerdotes que mas o menos dirigen a centenares de millones de católicos y hacen pensar a jefes de estado, y otra la mundial red de parroquias y párrocos, muchos de ellos con sotanas desgastadas que conviven y comparten penurias con millones de feligreses.

 

El Papa es jefe y guía de todos ellos, pero no todos actúan como él a veces parece indicar, porque por encima de Su Santidad, Cardenales, Obispos, sacerdotes, monjas y hermanos hay una normativa superior, trascendental, inapelable, el Derecho Natural o Ley de Dios. No todo va hacia allá, pero de allí viene todo.

 

El Papa y sus altos funcionarios pueden visitar a la cúpula tiránica y amoral de La Habana, o de Caracas, pueden cartearse con ellos y hasta llegar a acuerdos. La política internacional tiene sus recovecos y a veces hay que dejarse torcer el brazo para que los verdugos aflojen un poco los suyos y sus látigos sobre comunidades católicas.

 

Pero la estructura parroquial es cosa diferente, es la que ha producido los mejores Papas de la historia. Juan XXIII y Juan Pablo II, por ejemplo, venían de esa base extraordinaria, el primero clarificó y así renovó y fortaleció a la Iglesia, y el segundo debilitó hasta la agonía al comunismo, porque aprendieron a ser sacerdotes y activistas sociales con las bases populares.

 

Como ellos, fueron entrenados la mayoría de los obispos que hoy integran la Conferencia Episcopal Venezolana. Una cosa es la posición de equilibrio del embajador del Estado Vaticano, Monseñor Aldo Giordano, y otra la del presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Monseñor Diego Padrón, primus inter pares de obispos -dos cardenales incluídos que son, primero que nada, obispos y dirigentes de párrocos- y de los principios, el manejo y los sermones de las parroquias.

 

Cuando el castromadurismo pierde las riendas de jinetes incompetentes y nerviosos, y agrede sedes diocesanas, no está agrediendo una organización opositora, está atacando casas y representantes no sólo de Dios, sino símbolos del espíritu y de las esperanzas más personales y tradicionales de todas las personas, especialmente de aquellos que el régimen afirma defender. En otras palabras, al agredir a las sedes y hombres y mujeres de la Iglesia, el régimen rojo se ataca a sí mismo. Como dijo aquél alguna vez, se autosuicida.

 

Cuando el asesino Josef Stalin preguntó burlonamente cuántas divisiones militares tenía el Vaticano, estaba en su soberbia de tirano lejos de imaginar que él y su régimen soviético morirían y terminarían sepultados en las catacumbas de la historia, mientras la Iglesia, incluyendo la versión ortodoxa, no sólo permanecerían, sino que crecerían.

 

Es bueno recordar también que el cristianismo no son sólo la Conferencia Episcopal Venezolana, sino también la vigorosa iglesia evangélica, independientemente del Vaticano. La fe en Jesús trasciende al Vaticano, pero coincide con la católica en la defensa de la ética y el enfrentamiento intransigente con las tiranías. Párrocos y pastores están en los barrios, conviviendo con la gente, no con altos jerarcas.

 

Esa guerra la tiene perdida el castromadurismo, lo entiendan o no. La fe no tiene tanques ni milicias fanatizadas, tiene armas muy superiores porque sus municiones son la espiritualidad y la conciencia de las personas. Incluso chavistas. Algo que huelen pero tampoco entienden en sus justos términos los dirigentes políticos que han llevado a la unidad de las alturas de las expectativas populares, al desorden y la desunión alimentados por palabrerías y ambiciones partidistas. La Unidad fue el mayor partido de la historia del país, los partidos que la integran no logran porcentajes de mediana importancia.

 

No se equivoquen con la Iglesia, no se equivoquen con el cristianismo de los venezolanos. Pregúntense por qué los templos de todas las religiones están hoy más concurridos que nunca. Escuchen con atención a párrocos, pastores, rabinos, imanes (que no son sacerdotes sino sabios que por su conocimiento guían los rezos musulmanes), vayan a los templos, vean y escuchen a los feligreses y entérense, de una vez por todas, qué piensa la ciudadanía realmente.

 

Y después informen a los dirigentes de la MUD y a los estancados jefes del Gobierno.