Guerrilla colombiana Farc expulsa de sus filas a cinco comandantes disidentes

Guerrilla colombiana Farc expulsa de sus filas a cinco comandantes disidentes

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La guerrilla colombiana de las Farc, en proceso de dejar las armas con base a un acuerdo de paz con el Gobierno, expulsó de sus filas a cinco comandantes de estructuras dedicadas al narcotráfico y a la minería ilegal que entraron en disidencia.





Reuters

Las expulsiones de los jefes de unidades que operan en las selvas del sureste de Colombia, se suma a la de otro jefe rebelde que en julio anunció que se apartaba del proceso de paz con varios de sus hombres. Entre los separados figura Gentil Duarte quien participó en la negociación que se realizó en Cuba.

“Esta decisión está motivada en su conducta reciente que los ha llevado a entrar en contradicción con nuestra línea político-militar”, dijo un comunicado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) publicado el martes en la noche.

“Hacemos un llamado a los combatientes que bajo engaño han sido llevados a emprender un camino de aventura sin futuro, para que se aparten de la errada decisión que han tomado sus jefes inmediatos y regresen a las filas de las FARC-EP donde serán acogidos nuevamente por sus camaradas”, precisó el grupo insurgente.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño, firmaron el 24 de noviembre un nuevo pacto después de que el original fue rechazado en un plebiscito.

Sin embargo, las modificaciones no atendieron los dos principales reclamos de la oposición liderada por el ex presidente Álvaro Uribe: que los jefes de la guerrilla paguen con cárcel por sus delitos y que no puedan postular a cargos de elección popular.

El acuerdo establece que la guerrilla se ubicará en zonas pactadas con el Gobierno y que a más tardar en cinco meses dejará las armas y sus 7.000 combatientes conformarán un partido político, poniendo fin a un conflicto de 52 años que ha dejado 220.000 muertos y millones de desplazados.

Pese a los avances para lograr la paz, el pacto ha dividido a la nación de casi 49 millones de habitantes, una sociedad conservadora donde aún está arraigado el rechazo a la guerrilla por su pasado criminal y donde muchos todavía no están dispuestos a perdonar.