“El nivel moral de nuestra sociedad quedó retratado en el caso de Tumeremo”

“El nivel moral de nuestra sociedad quedó retratado en el caso de Tumeremo”

parrococarlosruiz

 

Correo del Caroní entrevistó al párroco de San Martín de Porres de San Félix, estado Bolívar. Según el sacerdote, los medios de comunicación que juegan a la “imparcialidad” pretenden, en el fondo, ocultar la verdad. Sobre la corrupción, es enfático: no corrupción no puede haber borrón y cuenta nueva.





Lo ve todos los días porque allí, en el barrio, es donde la realidad golpea más fuertemente. Esa realidad es que hay familias que comen una vez al día. Y, pese a ello, Carlos Ruiz (Burgos, España, 1969. Párroco de San Martín de Porres, en Brisas del Sur, San Félix) mantiene el optimismo y la fe, optimismo y fe que, en días de Semana Santa, deben prevalecer. Y luego, también.

– Asesinatos, escasez, colas, corrupción, apagones y todo aquello que desmoraliza a la gente, ¿no generan la pérdida de fe?

– ¿De fe religiosa? Normalmente, en los momentos de mayor prueba, la gente acude más a la fe. No creo que esto sea motivo para que se pierda la fe. Creo que hay cada vez más personas que se acercan a la iglesia. Pero en Venezuela en particular se subliman los problemas desde Dios. Hay ejemplos que me molestan mucho. Por ejemplo: una vez, Conviasa nos hizo esperar cinco horas y a las cinco horas dijo que el avión estaba malo y que volaríamos al día siguiente. Entonces, cuando veo que la gente se abalanza al mostrador me alegré porque, oye la gente no ha perdido su dignidad y va a exigir, pero ante la primera justificación que le dio la compañía, la respuestas casi unánime de la gente fue: bueno, si Dios no lo permite y no lo quiere… es decir, Dios está en todo, pero no puede convertirse en la excusa para tú no exigir tus derechos. Yo temo bastante a la fe mágica, en la que Dios no es un promotor de lucha, sino que se convierte en una justificación, una excusa.

– En cierta medida, la gente lo ha aceptado en Venezuela. Por ejemplo: a propósito del asesinato de Larrys Salinas (algo que muchos se empeñan en llamar muerte cuando, en realidad fue asesinato), lo que ha surgido es que “Dios lo llamó porque necesitaba un ángel”. ¿Esa es una justificación burda, irracional y mediocre?

– Sí, sin duda. Creo que no tiene que ver con la esencia del evangelio. Todo eso viene más del mundo protestante y me parece un peligro enorme. Efectivamente, en este caso se ha utilizado mucho eso de Dios lo quiso y Dios lo llamó. Primero, no lo quiso. Dios no puede querer eso, y menos puede ser que eso te conduzca a una pasividad.

Encierro tácito

– ¿Cree que en Ciudad Guayana privan la pasividad y el parcelamiento, por decirlo de cierta manera, algo que lleva una carga de esa fe mágica?

– Se vive una fe muy intimista, muy individualista. Si lo ves en los mensajes de Whatsapp, el tipo de mensajes es algo que reconforte a uno y lo evada de la realidad que vivimos y una simple relación: Dios conmigo-yo con Dios, y eso es parte de la pasividad que vive el pueblo guayanés. Una fe verdaderamente evangélica no aceptaría una situación como la que vivimos, sino que sería revolucionaria y hubiese removido estas cosas desde la raíz.

A esto se une algo: que somos un pueblo de una cultura poco consolidada por el hecho de que venimos de varios lugares y otro es que gran parte de la población guayanesa depende del gobierno sobre todo por las empresas básicas.

Hay otro elemento que es la estructura familiar: los pueblos que más han luchado son los que tienen una sólida estructura familiar. Si tienes, por ejemplo, tus hijos regados, esa lucha se dispersa mucho. Aquí la lucha del movimiento obrero es muy egoísta. No me puedo solidarizar con el movimiento obrero actual de Guayana, pero para nada porque ha sido responsable de la crisis de las empresas básicas y ahora se queja porque el petróleo no alcanza para subsidiarlo. No hubo un: “Vamos a arrimar el hombro para hacer esto viable y ver el futuro”. No. Solo se vivió el presente. Entonces era algo como un espejismo y ahora se topa con la realidad. Claro, no podemos generalizar.

– Entonces, ¿cómo se debe actuar con quienes aplaudieron eufóricos a la ola estatizadora?

– En las empresas básicas estamos abocados a un pacto nacional que tiene que tener una serie de ingredientes que en otros países han funcionado. Tenemos que ir en camino a la reconciliación, no devolver la moneda que se usa con los disidentes en Venezuela. No podemos nosotros caer en la misma política de la represalia, la cárcel, etcétera. Junto con la reconciliación, además, tienen que aclararse los hechos de corrupción y tienen que caer los que tengan que caer. Si tienen que caer obreros del sindicalismo vendido y obreros vendidos que se comprueben que están corrompidos, que caigan. No se puede hacer borrón y cuenta nueva.

Sobre la verdad y sus bemoles

– ¿Le preocupa el hecho de que haya una parte de la ciudad que mire y, por miedo, omita y no exija, y que ciertos medios de comunicación sean cómplices de ello a través de un periodismo complaciente? Por ejemplo: con la masacre de Tumeremo, hubo medios que reprodujeron como la verdad el desmentido de (Francisco) Rangel Gómez.

– Recuerdo en esto lo que decía Martin Luther King: más que la violencia, me preocupa el silencio de los justos. Me preocupa ese silencio y esa pasividad de la población guayanesa, que también tienen medios de comunicación y otras instituciones, como las universidades. El silencio, venga de donde venga, es lo más grave de una sociedad. Si sigue la pasividad y la misma complacencia y el entreguismo de estos medios de comunicación y otras instituciones, vamos a cambiar de collar, pero el perro de la corrupción va a seguir. Entonces, frente a los poderosos y los corruptos, solo una sociedad fuerte que tenga instituciones fuertes a través de sus instituciones podrá sostenerse.

El tema de los medios es especialmente grave. Me da un rechazo terrible el comportamiento de la mayor parte de los medios de comunicación, sobre todo los impresos y las radios comerciales. Tú puedes aceptar el valor de la imparcialidad, pero lo que hacen algunos medios es ocultar la realidad. Lo grave es que  no se dan cuenta de que todo eso está escrito, que queda en las hemerotecas  y que tarde o temprano se va a hacer la historia: toda esa gente va a quedar reflejada como lo más ruin, lo más bajo. Un papel muy triste.

Bajo cero

– ¿Cómo evalúa la reacción social ante la masacre de Tumeremo?

– Me duele muchísimo la falta de reacción en este caso. El crimen de Iguala (México) impuso una reacción. Fue algo sustancialmente distinto a lo que vivimos aquí. Hubo marchas hacia la capital, pero en Venezuela, nada. Ni una sola manifestación de protesta pacífica. El nivel moral de nuestra sociedad queda retratado en esto y es un nivel moral bajo cero.

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