Juan Marcos Colmenares: Mentiras, embustes y neolengua

Juan Marcos Colmenares: Mentiras, embustes y neolengua

thumbnailcolaboradores-190x1301“El lenguaje político está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesino respetable, y para dar una apariencia de solidez al mero viento”. (George Orwell)

En las recientes “Jornadas de Formación de Vente Venezuela”, efectuadas en Barquisimeto, estudiamos el libro “La Neolengua del Poder en Venezuela”, obra de la asociación civil Un Estado de Derecho (UED). Ese texto nos revela cómo la manipulación del lenguaje con fines de control político ha sido una estrategia o política de estado de los regímenes totalitarios, dirigida a ocultar la verdad e imponer la mentira como una forma de ejercer el poder. Tanto el nazismo, el comunismo o el chavismo han utilizado las palabras como propaganda, inventándolas o desvirtuando su sentido con falsedades, groserías e insultos. Esa corrupción de la lengua tiene como finalidad el control del futuro y del pasado; la destrucción de la democracia y la negación de la verdad; la dominación política, del lenguaje y del pensamiento de los opositores.

En su novela 1984, George Orwell trata sobre una sociedad totalitaria donde hay una neolengua que reduce las palabras para hacer al pensamiento lo más limitado posible: A las personas muertas se les dice nopersonas, a las desaparecidas vaporizadas y al pensamiento disidente crimental. En nuestra Venezuela actual, la dictadura llama ajustes a la devaluación monetaria o control de precios; privados de libertad a los presos; rescate de tierras a las invasiones y expropiaciones; sabotaje intencional a las fallas de mantenimiento; plan de Ordenamiento de Uso y de Administración de Seguridad del Sistema Eléctrico al racionamiento eléctrico; mecanismo cambiario alternativo a la devaluación del bolívar; y patriota cooperante a los sapos.





Pero además, el régimen elimina el género neutro y confunde género con sexo: Habla de jóvenes y jóvenas; miembros y miembras; pobres y pobras; y nos engaña para que caigamos en “los y las” venezolanos y venezolanas, diputados y diputadas, cuando en castellano el neutro se pronuncia como masculino. Y con el fin de confundir, ha inventado palabras y expresiones como: Ministerio del Poder Popular; leyes del poder popular; parlamentarismo de calle; gobierno de calle; dignificados; propiedad social; guerra económica; justicia comunal; bachaqueros; primera combatiente y presidente obrero, o pricombatiente y presiobrero, en neolengua orwelliana. La novela 1894 es una sátira sobre un mundo por venir, donde existe una economía centralizada, un partido único y un gobernante que vigila a todos y todo lo ve (El Gran Hermano – los ojos de Chávez).

Ese metalenguaje o neolengua no es inocente ni improvisada, tiene un propósito y fines políticos claros: Crear división social mediante la imposición de un pensamiento único; y aturdir, manipular e inmovilizar a la opinión pública.

Todos los chavistas-maduristas han sido contaminados por el resentimiento, la envidia y la mediocridad; y su manera de parecer simpáticos y populares es ser chabacanos bajando el nivel del lenguaje a la vulgaridad y hasta la obscenidad. Ante esto, los venezolanos debemos resistirnos a esa jerga tramposa y ordinaria, rechazándola y negándonos a utilizarla. Debemos rescatar el lenguaje libre y democrático y construir un lenguaje rico, plural y crítico.

jmcolmenares@gmail.com