En el Vaticano, la vieja guardia italiana va perdiendo poder

En el Vaticano, la vieja guardia italiana va perdiendo poder

Los nombramientos de mujeres, laicos o no italianos que viene realizando el papa Francisco están reduciendo imperceptiblemente en el Vaticano el poder de los potentados de la curia, tradicionalmente italianos.

Jean-Louis DE LA VAISSIERE /AFP

Hasta ahora, cuando un papa cambiaba, estos cardenales u obispos italianos, que conocen la organización interna y las costumbres del Vaticano y cuentan con importantes contactos con la influyente iglesia de Italia, conservaban su amplio poder. Así ocurrió con Juan Pablo II y Benedicto XVI, los predecesores del actual papa argentino.





(foto AP)
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En cambio, Francisco está reduciendo este poder, lo cual provoca un descontento palpable, que suscita diversas críticas -directas e indirectas- a su manera de gobernar.

Así, varias comisiones designadas por el papa cuentan con numerosos extranjeros, como la comisión contra la pedofilia, cuya composición inicial se anunció el sábado. Al igual que el influyente consejo de cardenales, también llamado “G8”, esta comisión de ocho miembros cuenta con un solo italiano.

Además, cardenales extranjeros han sido nombrados a puestos influyentes, como el australiano George Pell, designado prefecto de la nueva Secretaría de asuntos económicos, algo así como un “ministerio de Economía”, y el alemán Reinhard Marx, a la cabeza del Consejo de Economía, que habrá de controlar las orientaciones de dicha Secretaría.

Asisten a estos dos hombres el británico Brian Ferme y el maltés Alfred Xuereb, quien también es el primer secretario del papa.

Algunos observadores consideran que esta nueva Secretaría de Economía constituye un contrapeso a la Secretaría de Estado, que era hasta ahora un “Estado dentro del Estado” dominado por italianos. De ahora en más, la Secretaría de Estado podría ocuparse principalmente de la acción diplomática y menos de los asuntos internos de la administración.

“Al confiar delicadas tareas de gobierno a jerarquías mayoritariamente no italianas y no residentes en Roma (…), el papa Bergoglio se coloca en una ruta de colisión con el poder tradicional de la curia. Del conjunto de su acción, parece desprenderse una centralización, no en torno a Roma, sino a su persona, y, al mismo tiempo, una descentralización hacia las iglesias locales”, estimó el editorialista del diario Corriere della Sera, Ernesto Galli Della Loggia.

Para Galli Della Loggia, la burocracia que está perdiendo poder gradualmente -como consecuencia de la acción de Francisco- se caracteriza por su “sagacidad”, su “capacidad mediadora” y sus “influencias impalpables, pero tenaces”. También se caracteriza en algunos casos por “ambiciones feroces” o “corrupción”.

Las nuevas comisiones también cuentan con laicos y mujeres. Así ocurre en la comisión relativa a la estructura económico-administrativa de la Santa Sede, integrada por siete laicos sobre un total de ocho miembros, incluyendo a una mujer.

En la comisión contra la pedofilia hay cinco laicos, incluyendo a cuatro mujeres, dos jesuitas y un solo cardenal. Dicha comisión cuenta con miembros de ocho nacionalidades distintas. En esta comisión para la protección de la infancia figura la irlandesa Marie Collins, que fue víctima durante su niñez de abusos por parte de un sacerdote.

Para Marco Politi, del diario Il Fatto Quotidiano, se trata de “una mujer que vivió directamente la violencia y que tiene una visión concreta y no abstracta” del problema.

El papa no ha dejado totalmente de lado a los italianos. Así, designó secretario general del Sínodo de los obispos a Lorenzo Baldisseri y nombró a Beniamino Stella prefecto de la Sagrada Congregación para el Clero, dos puestos de gran importancia.

No obstante, los métodos de Francisco, que toma decisiones solo tras haber consultado a algunos asistentes y hombres de confianza que no forman parte del aparato tradicional, causan desconcierto en el Vaticano.