Marcos Hernández López: La ilegitimidad deriva en…

Marcos Hernández López: La ilegitimidad deriva en…

thumbnailmarcoshernandezlopezLa compleja crisis política, económica y social, activa las angustias y tensiones que viven actualmente los venezolanos, según nuestros análisis integrales de los estudios de opinión pública, reflejan que la mayoría de las personas aspiran cambios, incluso un grupo significativos de compatriotas esperan que se vaya Maduro, es fácil decirlo, difícil es creerlo. El régimen y sus líderes, sin duda están más pendiente “de las próximas elecciones que de las futuras generaciones”, está realidad es tangible, por sus acciones violentas y sus contradictorios discursos que solo buscan tiempo para reflotarse.

Desde el mismo momento que Maduro era vicepresidente todo empezó muy mal, porque el TSJ lo había nombrado, algo que solo es competencia del presidente electo, no olvidemos que el período constitucional había terminado, el TSJ exponía según algunos juristas, una  vaga  noción de “continuidad administrativa” y esa extra-limitación del TSJ  dio origen a violaciones constitucionales. Pienso que el inicio del fin del socialismo del siglo XXI, tiene una fecha: 14/A 2014, ese día todo el poder del Estado no pudo imponerse de una manera aplastante a sus opositores, el candidato presidente apenas ganaba por un estrecho margen de 1,49% de los votos, pero. lo grave de esta situación fue que el triunfo del gobierno lo decretaba el propio CNE de una a manera irreversible por ser tan frágil.

Los resultados de los reñidos comicios presidenciales del 14/A Abril 2013, es el germen del cuestionamiento del origen de la legitimidad de Nicolás Maduro, si aplicamos la lógica, con todo el control del poder Estado, ganar por menos de 300.000 sufragios es para que emerjan fundadas sospechas de fraude electoral que se conecta de inmediato con  la ilegitimidad del nuevo mandatario nacional,  su victoria no fue aceptada  por el pueblo de forma consensual. Es decir, se es legítimo, cuando existe un consenso en la población para aceptar la autoridad. Cuando un gobierno carece de legitimidad ocurre una situación social inconveniente. Según los especialistas en el tema aseguran existen distintas situaciones “La primera, un desánimo colectivo por parte de la población en obedecer los actos de gobierno dictados por la autoridad ilegítima, y en segundo lugar, una constante confrontación entre sectores organizados que rodean amparados en apoyos a favor o en contra de la ilegitimidad”.





Tengo visión compartida que “La legitimidad de ejercicio es obtenida cuando el gobernante se apega a las vías constitucionales y legales existentes en el país, cuando se conduce con todos los ciudadanos de  igual forma, cuando maneja sensatamente los bienes públicos que le han sido encargados para su prudente administración, cuando respeta los derechos humanos de los ciudadanos.”

La ilegitimidad muchas veces se conecta con autócrata, potencia a la apatía de la sociedad,  para blindar su política de dominación y sometimiento,  así suplantar una persona libre de conciencia por un disciplinado militante de la causa. Sin embargo, la impotencia en variadas oportunidades apunta a la desobediencia civil. No se debe confundir ilegitimidad con pérdida de popularidad del presidente, aunque en algunos momentos de la historia pudieran coincidir, caso concreto Venezuela.

En síntesis, la mayoría de los venezolanos siguen con la duda de la cristalinidad del triunfo de Maduro el pasado 14/A 2914, por esta incertidumbre no debería estar facultado para tomar cualquier tipo de decisiones trascendentales como lo hace, además, no es un monarca para gobernar no dar cuentas de sus actos vinculados a su proyecto ideológico político.

 

Director de la consultora Hercon

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