Croacia entra en la UE arrastrando aún las secuelas de la guerra

Croacia entra en la UE arrastrando aún las secuelas de la guerra

La entrada de Croacia en la Unión Europea (UE), el próximo 1 de julio, supone la primera incorporación al club comunitario de un país marcado por una guerra reciente, que ha dejado heridas tanto en la población como en el territorio del país.

(foto EFE)

Entre 1991 y 1995 Croacia se enfrentó al entonces Ejército yugoslavo, dominado por los serbios, en un conflicto que dejó más de 15.000 muertos, cientos de miles de heridos así como de desplazados, y una animosidad aún sin resolver entre croatas y serbios, una importante minoría en el país.

El “Museo de la Guerra” de Karlovac, 50 kilómetros al sur de Zagreb, conserva algunos vestigios espeluznantes de este conflicto.





Se trata de restos de edificios destrozados por bombas y carros de combate incendiados, unos “recuerdos” que pueden verse todavía en varias localidades a las que no ha llegado aún la reconstrucción.

Además, sigue habiendo unas 16.000 señales que alertan del peligro de minas en zonas que fueron limítrofes con la rebelde “República Serbia de Krajina”.

Según datos oficiales de abril, unos 673 kilómetros cuadrados o un 1,2 % del territorio de Croacia, son considerados zona de riesgo y podrían esconder todavía unas 90.000 minas, más una cantidad desconocida de otros proyectiles no detonados.

El Gobierno pretende limpiar todo su territorio de minas y otros artefactos hasta el año 2019.

“Pero las peores secuelas son las invisibles, las heridas en las almas. En la guerra perecieron unas 15.000 personas, unas 1.700 todavía se consideran como ‘desaparecidas’, de modo que sus familiares no saben siquiera donde están sus tumbas”, comenta a Efe el sociólogo Andjelko Milardovic.

Este experto destaca que otra de las mayores consecuencias de la guerra es el retraso económico, en parte por la privatización realizada bajo las condiciones no transparentes de la guerra, que resultó ser el “robo del siglo” y destruyó industrias enteras.

Vesna Terselic, directora de “Documenta” un centro de estudios de la memoria histórica, y Premio Nobel de la Paz Alternativo de 1998, destaca que los efectos de la guerra siguen siendo especialmente patentes entre las víctimas civiles.

“Solo parte de los crímenes cometidos han sido juzgados, tanto contra víctimas croatas como serbias”, afirma, y asegura que ni siquiera se dispone de cifras exactas.

La Comisión Europea señaló en su último informe sobre el progreso de Croacia que se necesita resolver aún el problema de la impunidad de ciertos crímenes de guerra cometidos por las fuerzas croatas.

El número de serbios en Croacia disminuyó drásticamente de un 15 por ciento de la población antes de la guerra, hasta el 4,5 por ciento actual.

Aunque en el Gobierno del social-demócrata Zoran Milanovic figuran tres ministros serbios y Croacia tiene una legislación que garantiza un alto nivel de respeto a los derechos de las minorías, la situación sobre el terreno deja mucho que desear.

“El lento cumplimiento de los derechos de los refugiados serbios, las dificultades para su reintegración, para la reconstrucción y recuperación de sus bienes, testimonian que las consecuencias de la guerra todavía se sienten mucho”, asegura a Efe Mile Horvat, diputado serbio en el Parlamento.

Veteranos de guerra y nacionalistas croatas amenazan desde hace meses con bloqueos ante la anunciada intención del gobierno de introducir en la ciudad de Vukovar el cirílico serbio como segundo alfabeto oficial, como lo garantiza la Constitución croata para localidades donde un tercio de la población es serbia.

“En Vukovar, el cirílico no es un alfabeto, no es símbolo de un pueblo, sino de la agresión, de las violaciones”, declara Ruza Tomasic, que en las elecciones del pasado abril ganó un escaño en el Parlamento Europeo con su discurso ultranacionalista.

Tomasic y sus partidarios no se oponen al uso del cirílico en otras localidades, pero consideran que Vukovar, conocida como la “ciudad mártir”, debe ser una excepción por los graves sufrimientos que padeció la población croata a manos de las tropas serbias.

No obstante, en las elecciones locales de mayo, en esta ciudad volvió a ganar el alcalde “pro-cirílico”, algo que no habría sido posible sin el apoyo de buena parte de los votantes croatas.

“A pesar de algunas excepciones, Croacia es hoy muy diferente de lo que fue hace 15, 20 años, en la posguerra. La discriminación es hoy un problema individual y no un fenómeno general”, asegura con cierto optimismo Nikola Kristic, presidente de Transparencia Internacional en Croacia. EFE