Surf, bocinas y camping frente a la casa del gobernador de Rio (Fotos)

Surf, bocinas y camping frente a la casa del gobernador de Rio (Fotos)

FOTO TASSO MARCELO / AFP

Es un típico sábado “invernal” en Leblon, el barrio más rico de Rio de Janeiro: los cariocas pasean a sus perritos frente al mar turquesa, corren, juegan al voleibol en la arena. Y un grupo de jóvenes que creció con internet y quiere un país mejor acampa frente a la casa del gobernador para exigir el fin de la corrupción.

Laura BONILLA CAL/ AFP

Con sus tiendas de campaña, unos 40 jóvenes bloquean desde hace 24 horas parte de la avenida Delfim Moreira de Leblon, frente al Atlántico sur, donde el precio del metro cuadrado se ha disparado en los últimos años a 11.000 dólares.





Y aseguran que ahí se quedarán hasta que el gobernador, Sergio Cabral, “escuche la voz del pueblo”.

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Uno de ellos, recién salido del mar, descalzo y con su traje de surf de neopreno bajado hasta la cintura, agita un gran cartel frente a los automóviles que circulan por la avenida: “El que no toca la bocina es corrupto”.

Muchos coches y autobuses responden a bocinazos y bajan las ventanillas para hacer la señal de victoria y aplaudir a los manifestantes.

Unos 15 policías vigilan la protesta y han cerrado el paso de los manifestantes a la calle lateral que da acceso al edificio donde reside el gobernador.

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¿Donde está el dinero?

Sven, un estudiante de fotografía de 19 años que no quiere dar su apellido, decidió sumarse a las protestas tras leer la convocatoria del grupo Anonymous Rio en Twitter, con la etiqueta #ocupedelfimmoreira.

“¿Dónde está el dinero de mis impuestos? Quiero saber por qué se ha gastado tanto dinero en hacer estadios (para la Copa de Confederaciones y el Mundial), por qué se ha desperdiciado tanto dinero en eso”, dice.

Consultado por la AFP, el gobierno del estado de Rio declinó comentar la protesta.

“No aceptaremos más la corrupción. ¿qué pasa con los ‘mensaleiros’? ¿Por qué los condenados no están en la cárcel?”, pregunta a la AFP Silvina Farinatti, una de las manifestantes, que vive cerca de allí.

Farinatti se refiere a los políticos condenados por el “mensalao”, el escándalo de compra de votos de diputados que casi le cuesta el gobierno al expresidente Luiz Inacio Lula da Silva en 2005.

Esta es la “generación del milenio” brasileña, que creció con internet, teléfonos inteligentes y hasta ahora era acusada de individualista, narcisista y alienada.

Pero es justamente ella la que ha logrado “despertar al gigante adormecido” y ha devuelto al país la posibilidad de un cambio, reflexiona Zuenir Ventura, un conocido columnista del diario O Globo.

Los manifestantes son escépticos ante las palabras conciliadoras de la presidenta Dilma Rousseff, que prometió el viernes un pacto nacional para mejorar los servicios públicos luego de que más de un millón de brasileños salieran a las calles para mostrar su descontento.

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“Dilma habló como si estuviera en campaña electoral: promesas, promesas, promesas (…) ¿Será que el pueblo tiene que romper patrimonio público para que se dé cuenta que hay que cambiar?”, preguntó Vinicius Fragoso, un actor de 20 años.

La presidenta dice que “somos el país del fútbol, que ganamos la Copa cinco veces, que tenemos que tratar bien a nuestros invitados. ¡Nosotros tenemos que ser bien tratados! ¡No tenemos buenas escuelas, ni salud pública de calidad!”, se queja Farinatti.

Lección cívica

El manifestante más joven es vecino de Cabral y tiene las mejillas pintadas de verde y amarillo, los colores de la bandera brasileña.

Tiene nueve meses y duerme en brazos de su madre, mientras una niñera, vestida de blanco de pies a cabeza -como dicta la costumbre entre las familias brasileñas más acomodadas-, corre atrás de su hermano de dos años, que se pasea entre las tiendas.

“Estoy acá para dar una lección cívica a los niños. Queremos que se deje de robar. Queremos una reforma política. Queremos un futuro mejor para nuestros hijos”, dice su madre, Celia Pereira, de 35 años.

Eduardo Amaral tiene unos 65 años, vive al lado del gobernador y apoya la protesta. “Esto es la democracia, el pueblo tiene que protestar. Hay mucha corrupción y una impunidad total. Todo está sobrefacturado. A ver ahora si el gobernador escucha”, dice tras atravesar la barrera policial que bloquea su calle.